24 de enero, San Francisco de Sales, patrón de los periodistas. El obispo de Ginebra hizo otras muchas cosas, pero es el patrón de los ‘cagatintas’ porque se dedicó a escribir hojas volanderas para difundir.

Hay quien dice que vivimos en la era del postperiodismo, por aquello de las redes sociales, mientras una manifestación diaria de veteranos periodistas menean la cabeza, seguido de un: “Esto ya no es lo que era”. Y en parte tienen razón, porque el periodismo vegetal ha muerto y el periodismo digital se encuentra con una sociedad que lee cada vez menos.

Ahora bien, también debería haber alguna autocrítica: por ejemplo, impera, hoy más que nunca, la hipocresía de la objetividad, o periodistas que renuncian al análisis, no porque no sepan hacerlo, sino porque resulta más cómodo no buscarse complicaciones por ser políticamente incorrecto.

Y luego, porque en el periodismo, más que en ninguna otra profesión, ha nacido la adoración por lo grande, por los grandes multimedia, cuando lo cierto es que la verdad circula por cauces estrechos. No es el pueblo quien fabrica las ‘fake news’, sino el poder, ni es el periodismo independiente y bloguero quien manipula, sino los grandes multimedia.