Hasta Plácido Domingo se ha quedado absorto con la polémica que ha generado Tamara Wilson al no querer “colorearse” la cara de negro para interpretar a la princesa etíope Aída, de Gusseppe Verdi. “Es racista” afirma la soprano: «Hacer Aída negra es racismo. Yo rechazo maquillarme de negra. No quiero ser un engranaje en un mecanismo de racismo institucionalizado” continuaba. Wilson había recitado ya la ópera los días 21 y el 24 de julio, pero, para su tercera y última representación, la del domingo, consideró que había llegado el momento de corregir políticamente a Verdi.

En realidad, lo que la señora Wilson piensa es que hay un problema global de racismo. Considera que la industria de la ópera debería contratar gente negra para representar papeles de negros, y si no hay en el año 2019 suficientes sopranos de color para que una mujer negra pueda convertirse en una buena soprano para interpretar el personaje de Aída en la Arena de Verona, entonces eso quiere decir que hay un problema de racismo.


Plácido Domingo, que dirigió la orquesta lo tiene claro y se mostró en desacuerdo con la estadounidense: «Es un tema muy delicado: pienso que esta sensibilidad viene de Estados Unidos, pero no es justo, porque si en la ópera hay un personaje japonés, como Cio Cio San (Madame Butterfly), debes tener vestimenta japonesa y los ojos orientales. Esta sería la línea general: Otello es moro; Buterfly, japonesa. Una soprano blanca debe maquillarse de negra para hacer Aída, mientras un tenor negro tiene todo el derecho de permanecer como es si canta Marico».