Llegan nuevas muestras de que no hay emergencia climática, pese a lo que dicen los catastrofistas y ‘ecologistas’ Pedro Sánchez y Sara Aagesen (que insisten en sacar adelante un Pacto de Estado al respecto… aunque aún no han logrado apoyo político, además, Sánchez ya anunció dicho Pacto hace más de tres años -cuando se dieron los incendios en la Sierra de la Culebra- y sigue sin ser realidad). Y es que el agujero de la capa de ozono de la Antártida se ha cerrado en tiempo récord este año… en pleno reflujo verde.

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Así lo ha confirmado el servicio de monitoreo atmosférico con el que cuenta el programa espacial europeo, Copernicus, hace unas semanas. En concreto, a fecha del pasado 1 de diciembre, dicho agujero de la capa de ozono se había cerrado. Cabe destacar que dicho agujero había sido el más pequeño de los últimos cinco años, había durado mucho menos que los registrados entre los años 2020 y 2023, y había sido menos profundo que el de 2024. Es oportuno recordar que el agujero de la capa de ozono de la Antártida registró su máxima extensión anual el pasado septiembre, alcanzando los 20 millones de kilómetros cuadrados (km2), una superficie que duplica el tamaño de Europa (10,53 millones de km2).

En la página web Meteored se refiere que en 1985 se descubrió la pérdida masiva de ozono sobre la Antártida y esto “conmocionó a la comunidad internacional”. ¿Las causas? Los cloroflurocarbonos (CFC), gases que entonces predominaban en aerosoles, refrigeradores y aires acondicionados. Por ello, se lanzó el Protocolo de Montreal en 1987, que ha logrado eliminar gradualmente el 99% de las sustancias que agotaban la capa de ozono. En la misma web, se destaca que “tras un comienzo de década turbulento, caracterizado por agujeros en la capa de ozono inusualmente grandes, en el que factores externos como la erupción del volcán Hunga Tonga en 2022, con la emisión de vapor de agua estratosférico, habían provocado que el agujero de la capa de ozono fuera inusualmente grande y persistente, el año 2025 trajo consigo una atmósfera de gran esperanza para el futuro”. 

Sin embargo, el científico, investigador independiente del clima y presidente de la Asociación de Realistas Climáticos, Javier Vinós, ha apuntado algo interesante sobre la erupción del volcán Hunga Tonga: “Mi análisis fue correcto. En noviembre de 2025, la temperatura del océano era solo 0,05 °C más alta que en noviembre de 2021. 3,9 años después de la erupción, la mayor parte del calentamiento de 2023 había desaparecido”. Algo de lo que se ha hecho eco Climate Intelligence (Clintel), una fundación independiente creada por dos neerlandeses -el geofísico Guus Berkhout y el periodista científico Marcel Crok- en 2019, que está formada por personas que abandonaron el IPCC (el grupo intergubernamental de expertos sobre el cambio climático de la ONU que se creó en 1988) y que apuestan por centrarse en los aspectos científicos. El pasado 4 de diciembre, Clintel anunció que el profesor y expresidente de la República Checa, Václav Klaus, pasaba a ser su nuevo presidente, sucediendo al profesor Berkhout. 

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Todo esto del cierre del agujero de la capa de ozono de la Antártida en tiempo récord se conoce en pleno reflujo verde y tras el fracaso de la última Cumbre del Clima (la COP30 celebrada en Brasil). Una cita internacional que no se perdieron el ‘ecológico’ Sánchez (a quien le gusta mucho usar el caro y contaminante Falcon) ni la ecológica Aagesen, quien insistió en dejar de usar los combustibles fósiles. La vicepresidenta tercera y ministra para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico olvidó las últimas previsiones de la Agencia Internacional de la Energía (AIE) sobre el petróleo y no quiere darse cuenta de que estamos en una nueva etapa, donde prima la economía sobre la ecología. Sí, parece que la era ecológica va llegando a su fin y hasta los fondos de inversión que presumían de querer ser muy verdes están dando pasos atrás (así se está viendo ya en BlackRock, JP Morgan, Goldman Sachs, Apollo, Brookfield...). Sin embargo, Aagesen prefiere ponerse en plan catastrofista... y caradura, subrayando que “el cambio climático se está acelerando... y la acción es urgente”. 

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En paralelo, Clintel subraya que los gigantes energéticos (ExxonMobil, Shell, Aker BP, Enbridge, BP y Eneos Holding) están abandonando los dogmas energéticos europeos y que mientras Asia elige prosperidad y seguridad energética para su población, Europa elige conscientemente la desindustrialización y el declive económico. Así lo recoge el artículo titulado ‘El colapso de la transición energética podría conducir a una bifurcación global’, elaborado por el investigador Vijay Jayaraj, donde apunta que “2025 podría ser recordado como el año en que el relato de la transición energética se resquebrajó, dejando al descubierto una brecha cada vez mayor entre las políticas impulsadas por la ideología y el realismo energético”, algo que no hará demasiada gracia a Sánchez ni a Aagesen. 

Clintel señala que “no hay emergencia climática” en su Declaración Mundial sobre el Clima. Recuerden que en marzo de 2024 lanzó el documental Climate: The Movie (Clima: la película), obra del cineasta británico Martin Durkin, y que no tiene desperdicio. Un documental que tampoco gustará a Sánchez ni a Aagesen. 

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