España debería ser quien resucitara la Hispanidad
La vigésimo novena Cumbre Iberoamericana de Naciones, una reunión más o menos anual, ahora cada 18 meses, que ni tan siquiera ha cuajado como institución, que se está disolviendo en la nada, aunque tenga una oficina central en Madrid... será organizada por Ecuador, en noviembre del presente año 2024.
Fíjense si nadie repara en ella que la XXIX reunión tendrá por objeto el siguiente lema: "Innovación, inclusión y sostenibilidad". Es decir, un concepto, el primero, que precisa de muchos apellidos, y dos sinsorgadas del Nuevo Orden Mundial, como la tontuna de la inclusión del "nosotros y nosotras" y la estafa de la sostenibilidad.
Esperemos que para entonces el presidente ecuatoriano Daniel Noboa haya logrado mantenerse en el poder, es decir, a salvo de las víboras que le rodean por los cuatro puntos cardinales, creo que el Pacífico incluido.
Volver a la Hispanidad es algo tan simple como regresar a la cultura católica, la más profunda de toda la historia y aquella que dio forma a Iberoamérica
Hoy, Hispanoamérica está sumido en el bolivarianismo -marxismo trasnochado más indigenismo homicida- más cutre y cruel del último siglo. Con esas maletas no viajamos a sitio alguno.
Veamos: hablo de una gran oportunidad de resucitar la Hispanidad porque el mundo hispano son ya 600 millones de personas que hablan español y una presencia cada vez más potente en la primera potencia del mundo, Estados Unidos.
Sánchez y Feijóo están desaprovechando una gran oportunidad. También Abascal. Los dos primeros miran a Bruselas, donde ya no pintamos nada, sobre todo desde que, a petición nuestra, sirve de árbitro para los conflictos internos españoles. Los eurócratas se burlan de España con gran entusiasmo: somos los idiotas que pedimos ayuda para solucionar nuestras diferencias internas.
Las grandes fuerzas de la historia no las marcan ni las armas ni el dinero: las marcan las cosmovisiones imperantes. Y resulta que la filosofía cristiana es la única que es camino, es verdad y es vida
Santiago Abascal, por su parte, que sería el único capaz de mirar a Hispanoamérica, debe antes consolidar su proyecto. Debería responder a la pregunta '¿qué quiero ser de mayor?'. En cualquier caso, sinceramente, don Santiago habla poco del mundo hispano.
Y es una lástima porque la Hispanidad (España, Portugal, Iberoamérica y Filipinas) está llamada a ser la III vía en un mundo partido entre AUKUS y los BRICS. El Aukus es la alianza militar formada por Estados Unidos (US), Reino Unido (UK) y Australia (A), una alianza que en la Casa Blanca de Yayoyou ocupa ahora mismo más tiempo que la OTAN. El Pacífico es ahora más importante que el Atlántico para el Pentágono y Taiwan e Israel más importantes que Ucrania.
Enfrente están los BRISC. Los Brics son Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica, esta última ha sido utilizada en ese adefesio que es el Tribunal de la Haya, para arremeter contra Israel.
Encima, el vengativo Lula da Silva está empeñado, muy empeñado, en convertir a Iberoamérica en una sucursal de China.
¿Y Europa? Europa está condenada a ser una mera sucursal de Washington. No es casualidad que el Aukus naciera tras el Brexit y que su primera actuación fuera rescindir el contrato de armamento firmado por Australia con Francia, una bofetada a París, que se supone es el eje de la UE, la nación más importante de la Unión Europea.
La Hispanidad puede y debe convertirse en la tercera pata de la mesa global en el siglo XXI. Ahora bien, para ello debe volver a sus orígenes. Volver a la Hispanidad algo tan simple como regresar a la cultura católica, la suya propia, la más profunda de toda la historia y aquella que dio forma a Iberoamérica. Porque las grandes fuerzas de la historia no las marcan ni las armas ni el dinero: las marcas las cosmovisiones imperantes. Y resulta que la filosofía cristiana es la única que es camino, verdad y es vida.
¿Quién resucitará a la Hispanidad? Debería ser España quien lo hiciera.
¿Un sueño? Eso dicen siempre los pusilánimes.