El diario El Mundo ha accedido a un estudio del Grupo de ética de la Sociedad Española de Fertilidad. Un estudio necesario para conocer el siniestro mundo de la fecundación in vitro (FIV) que, habrá que repetirlo otra vez, u otros cientos de veces, no es vida  sino muerte

Consiste en una eliminación en serie de seres que, encima, se ha convertido en un suculento negocio. No olviden que el Instituto Valenciano de Infertilidad (IVI) se acaba de vender al fondo KKR -los fondos son especuladores sin escrúpulos- por 3.000 millones de euros. Los vendedores se conformaban con 2.500 millones pero cuando el negocio de la muerte se convierte en un buen negocio... 

Rocío Calonge: "Si el objetivo de los sobrantes no es la vida, lo ético es eliminarlos". ¿Y por qué no hacemos que su objetivo sea vivir?

Pues bien, el precitado informe de la Sociedad Española de Fertilidad (SEF) concluye, entre otras lindezas, que, desde que se iniciara la FIV en España, se han congelado 376.445 embriones humanos en 71 centros asociados a la SEF, de los cuales 173.000 son óvulos fecundados de 'pacientes' FIV... que a lo mejor quieren repetir, pasando por caja, naturalmente. 

Otros 65.457 embriones, asimismo sobrantes (el nombrecito se las trae, que de seres humanos estamos hablando y a mí no me sobra ninguno) se destinan a la ciencia... ciencia que no ha conseguido nada con ellos, salvo crear tumores, a través de la perversa e inútil utilización de células madre embrionarias. Curiosamente, sí se han conseguido avances y terapias con la utilización de células madre adultas... ¡con las que no se mata a nadie! 

Y otros 66.968 embriones humanos producto de este tenebroso negocio FIV están programados para su destrucción. Con que desenchufes la nevera de la crioconservación, ya los has eliminado.

No podemos fabricar seres humanos a prueba, ni para tener hijos -que no es un derecho- ni para investigar, como el doctor Mengele, ni para meterlos en la nevera como si fueran un langostino

Hablando de eliminación: recuerden que en la FIV no sólo se eliminan los embriones que no interesa que nazcan sino también se eliminan embriones no implantados (diagnóstico preimplantario), técnica de racismo supremo, según la cual se decide cuáles son los embriones que tienen más posibilidades de sobrevivir y esos son los que se implantan. 

De propina, nos quedan 46.046 casos de embriones humanos sin destino prefijado O sea, previsiblemente... también condenados a morir. 

Insisto: la FIV se hubiera convertido en las delicias del doctor Mengele: el médico convertido en árbitro supremo que decide quién vive y quién muere... y encima presume de dar vida y no es condenado, sino admirado por los suyos... y con un poco de suerte... multimillonario.

Todo ello, sin olvidar que, en algunos casos, los niños FIV son hijos de su padre legal pero, en otros, de un tío que se había hecho una paja en un banco de esperma o de una mujer que había donado su óvulo para irse de vacaciones.

Conclusión: Hay que acabar con la fecundación in vitro España: suma miles de embriones condenados a la destrucción y, en el mejor de los casos, abandonados a su suerte.

Y en medio de este panorama, ahí tenemos a la doctora Rocío Calonge, que declara: "si el objetivo de los sobrantes no es la vida, lo ético es eliminarlos". Oiga, doctora, ¿y por qué no cambiamos el objetivo para que sí sea la vida?

A ver: no podemos fabricar seres humanos a prueba, ni para tener hijos -que no es un derecho- ni para investigar, como el doctor Mengele, ni para meterlos en la nevera como si fueran un langostino.

La FIV debe ser prohibida  porque todos tenemos derecho a nacer de un padre y una madre conocidos y como fruto del amor de esos padres. Todos tenemos derecho, en resumen, a un padre y a una madre. Para un cristiano, esa es la única opción.

Para un no cristiano, para la generalidad, la FIV sólo puede ser admitida sin sus efectos colaterales. En definitiva: inseminando un sólo embrión, para no provocar embriones humanos 'sobrantes'. 

Los seres humanos existen o no existen, son traídos a la existencia o no, pero nunca sobran. Y el embrión humano es una persona.