Se dice, se cuenta, se rumorea que el gobierno de coalición hace aguas pero que tanto Pedro como Pablo son perros de presa y que ninguno está dispuesto a soltar la dentellada que han dado a su ración de poder. Mientras, la oposición y los que con sus votos a los presupuestos engrasan la nefasta gestión, miran el espectáculo con una sonrisa y piensan que, poco o nada, puede llegar a igualar a tal placer.

Sin embargo, la satisfacción de independentistas, nacionalistas, comunistas y filo etarras es directamente proporcional al malestar de los ciudadanos que no pueden hacer nada mientras se sienten desvalijados y estafados -sí, otra vez más-, porque en los escasos treinta segundos que les lleva meter la papeleta en la urna con su voto, les han embargado cuatro años de su vida futura. Pero soy un firme convencido de que esta batalla entre los malos y los muy malos, acabará arruinando a ambos como ya sucedió en el año 39. Ante el éxito aparente del mal, lo mejor es contemplar cómo se autodestruye.

Soy un firme convencido de que esta batalla entre los malos y los muy malos, acabará arruinando a ambos como ya sucedió en el año 39. Ante el éxito aparente del mal, lo mejor es contemplar cómo se autodestruye

¡Ojo, no pequemos de ingenuos! Cuando digo contemplar, no me refiero a sentarse en el sillón y ver una peli tras otra mientras eso sucede. Me refiero a una contemplación activa, que mientras ellos caen nosotros trabajemos para construir. Que mientras arruinan al país, debemos prepararnos para remontar una vez más con el esfuerzo arduo del día a día, priorizando en nuestro quehacer y dedicando tiempos extras, bonus track, de nuestra vida sabiendo que no ganaremos dinero, que nos cansaremos, que sentiremos muchas veces el desaliento del aparente esfuerzo estéril de cuando luchamos contra la gran maquinaria globalista, que se ha extendido como una tela de araña pegajosa y que todo lo atrapa para ser devorado por las ideologías de carácter neoliberal izquierdista, cuyo gran maestre es George Soros.

O lo que es lo mismo El proyecto Soros y la alianza entre la izquierda y el gran capital (Libros Libres) y cuyo autor, Carlos Astiz, explica con detalle cada uno de los palos que sujetan al sombrajo impositivo de este hombre que todo lo compra, sobre todo voluntades de gobernantes hombres de paja, que inmediatamente se convierten en sus empleados. Deberíamos preguntarnos por qué Pedro Sánchez, inmediatamente después de haber sido elegido presidente, en aquella legal pero falaz moción de censura, le recibió a él antes que al rey o a nadie más. O por qué además de con Soros senior, también lo ha hecho con Soros junior en varias ocasiones, sin que jamás trascienda nada a los medios de comunicación…

Cuando digo contemplar, no me refiero a sentarse en el sillón y ver una peli tras otra mientras eso sucede. Me refiero a una contemplación activa, que mientras ellos caen nosotros trabajemos para construir

España ha sido gobernada de otra forma, y para tener ejemplos no hace falta retrotraerse a siglos pasados de glorioso imperio. Lo tenemos dentro de nuestra democracia, como Sergio Gómez-Alba lo deja reflejado en Los años de Aznar (Almuzara). El autor lo cuenta desde una posición privilegiada ya que fue Diputado durante sus dos legislaturas. El libro muestra parte de los momentos más álgidos de los dos Gobiernos -durante ocho años-, y lo cuenta bien, sin complejines, con sus luces y sus sombras, y acompañado de una enorme cantidad de testimoniales que también pasaron por allí como por ejemplo Alejo Vidal-Quadras, donde explica algunos de los motivos que apenas se conocen del Pacto del Majestic, origen del lodazal en el que hoy vivimos con Cataluña. Puedo asegurarles que el índice es goloso y muchos querrán hincarle el diente ahora que se van a cumplir 25 años de la llegada de la derecha liberal a España.

Otra visión, en este caso profética, fue cuando en 2015 Jesús Trillo-Figueroa escribió El espectro del comunismo. Del socialismo a Podemos (Sekotia), y me pregunto si no tenía información privilegiada, porque quien haya leído el libro estará sorprendido de cómo paso a paso el Partido Socialista ha sido canibalizado por la política bolivariana más rancia, y cómo ha perdido la identidad de partido nacional, constitucionalista y de criterio propio, aunque ese criterio desde Zapatero fuese un desastre para todos y Sánchez lo ha rematado mercantilizando su opción presidencial con cualquier propuesta que le pasara por la puerta si le mantenía en el machito del poder. Efectivamente, la España que nos queda es un montón de tierra, con más parecido a una escombrera que una nación.

 Esto sí es preocupante: que el primer partido de la oposición esté más preocupado de que no le pisen las chanclas los de Vox que de hacer lo que debe de hacer, que no es más que una oposición fuerte y clara para transmitir a los ciudadanos que después de la tormenta hay bonanza

A mí no me preocupa el mal que hacen estos, porque todo mal se puede revertir en bien. Lo que me preocupa de verdad es qué hacen los actuales herederos del Partido Popular, que tienen como responsabilidad y para mayor gloria suya la etapa más memorable de la democracia española entre 1996 al 2004. Esto sí es preocupante: que el primer partido de la oposición esté más preocupado de que no le pisen las chanclas los de Vox que de hacer lo que debe de hacer, que no es más que una oposición fuerte y clara para transmitir a los ciudadanos que después de la tormenta hay bonanza, que existen soluciones, que tendremos posibilidades de salir una vez más del agujero que ya tradicionalmente nos deja el socialismo.

Y por ir terminando, una última pregunta: ¿Está Pablo Casado también bajo el paraguas globalista de George o tiene ideas propias?