La columna vertebral es la estructura ósea que soporta el esqueleto, protege la médula espinal y permite al ser humano desplazarse de pie. Hay siete vértebras cervicales que sujetan el cuello, soportan la cabeza y protegen los nervios que salen del cerebro al resto del cuerpo; doce torácicas que tienen adheridas las costillas y forman una caja protectora para el corazón y los pulmones; y cinco lumbares, en la parte baja de la espalda, que soportan el peso del torso y además tienen más movilidad que las dorsales, por lo tanto, se lesionan con mayor frecuencia.

Debajo de la zona lumbar está el hueso sacro, que forma la parte posterior de la pelvis y el cóccix que representa las vértebras terminales o los rastros de la cola que en su día tuvimos los seres humanos cuando éramos todavía en evolución. 

El diseño de la columna vertebral es fuerte y flexible pero no caemos en la cuenta de su fragilidad hasta que, en un momento dado sentimos molestias, nos duele la espalda. Algo tan común que es una de las razones más habituales del absentismo laboral, y una de las principales causas de discapacidad en el mundo. El dolor de espalda puede variar desde un dolor muscular hasta un dolor agudo o punzante, y puede sufrirlo cualquier persona en cualquier edad.

Cuando hay una lesión, el disco puede salir de su sitio o romperse y presionar los nervios, lo que produce dolor y entumecimiento

La falta de ejercicio, el sobrepeso o levantar un objeto de forma inadecuada puede producir dolor de espalda. Pero ¿cómo saber si ese dolor esconde algo más importante que una simple molestia muscular? Si el dolor persiste más de dos semanas, si no mejora con el descanso, si se extiende por una o ambas piernas o por debajo de la rodilla provocando hormigueo, hay que acudir al médico. Éste será el que, con pruebas diagnósticas, determine si se está produciendo una hernia discal. 

Las vértebras de la columna están separadas por discos que amortiguan sus movimientos y permiten agacharse y estirarse con facilidad. Sin embargo, cuando hay una lesión, el disco puede salir de su sitio o romperse y presionar los nervios, lo que produce dolor y entumecimiento. La zona de la columna que más puede sufrir este tipo de lesión es la región lumbar, los discos del cuello también pueden verse afectados por una hernia y los que menos sufren este tipo de lesión son los discos de la zona torácica.

Los síntomas de una hernia discal varían según la ubicación del disco y si éste presiona un nervio, normalmente afecta a un lado del cuerpo. Si la hernia está localizada en la zona lumbar, el dolor está localizado en los glúteos, el muslo y la pantorrilla, sin embargo, si la hernia de disco está en el cuello, el dolor se refleja en el hombro y el brazo. El dolor suele ser agudo y se acentúa cuando se realizan ciertos movimientos como toser o estornudar y, a veces puede calmarse si se está en reposo

La falta de ejercicio, el sobrepeso o levantar un objeto de forma inadecuada puede producir dolor de espalda

Además del dolor, los síntomas más frecuentes de una hernia discal son el hormigueo y el entumecimiento, ya que la hernia se comprime y afecta a la parte del cuerpo servida por los nervios afectados. También provoca debilidad en los músculos cercanos a la hernia lumbar produciendo al paciente problemas de movilidad. Las causas suelen ser “el resultado de un desgaste natural gradual y relacionado con el envejecimiento llamado degeneración discal. Los discos se vuelven menos flexibles y más propensos a desgarrarse o romperse a medida que se envejece”, explica el doctor Marcelo Galarza, jefe de la Unidad de Neurocirugía de Quirónsalud Torrevieja. Aunque a veces, un mal movimiento al levantar un objeto pesado o un mal giro al levantarse de la silla o la cama puede provocar una hernia discal. 

Factores de riesgo

También existen factores de riesgo que pueden aumentar la posibilidad de sufrir este tipo de lesión como el sobrepeso, que puede causar una presión excesiva en los discos de la zona lumbar; las personas que realizan trabajos físicamente duros con movimientos como levantar, tirar, empujar, doblar hacia los lados o ejecutar torsiones repetidas veces, pueden sufrir dolor de espalda y aumentar el riesgo de padecer una hernia de disco.

El tabaquismo reduce el aporte de oxígeno y provoca un deterioro más rápido en el disco; y la genética, ya que algunas personas pueden heredar la predisposición de tener ciertas enfermedades incluida una hernia de disco. Por lo tanto, para prevenir una hernia de disco es importante fortalecer los músculos del tronco que sostienen la columna vertebral con ejercicio; mantener una postura correcta, sobre todo si pasamos mucho tiempo sentados, procurar tener la espalda recta y levantar peso haciendo que el trabajo lo haga las piernas y no la espalda; mantener un peso adecuado y dejar de fumar, que es un factor muy importante. 

Los síntomas más frecuentes de una hernia discal son el hormigueo y el entumecimiento

Pero si el diagnostico ya ha sido confirmado, hay que ponerse en manos de los especialistas para comenzar con un tratamiento. Existen tres tipos de procedimientos a la hora de tratar una hernia de disco lumbar: tratamiento no quirúrgico, tratamiento intermedio y tratamiento quirúrgico. “Los tratamientos más comunes para este tipo de afección son la contención y la rehabilitación, es decir, el uso de fármacos para aliviar el dolor y, para mejorar su efectividad, combinarlos con fisioterapia y ejercicio”, apunta el doctor Galarza. 

Los fisioterapeutas y osteópatas ayudarán a los pacientes, tratando cada caso en particular y ofreciendo un tratamiento personalizado con rehabilitación muscular y nerviosa, además de corregir la postura de la espalda con reeducación postural. 

En cuanto a los tratamientos intermedios, cuando el dolor se limita a la zona lumbar “se suele optar por tratamientos de tipo bloqueo como infiltraciones o rizólisis facetaria por radiofrecuencia o térmica”, añade el especialista en Neurocirugía. Si el tratamiento no da resultado, el especialista podrá optar por una cirugía de hernia lumbar que, en la medida de lo posible, “se intentará resolver la comprensión nerviosa de la forma menos invasiva, realizando una microdiscectomia lumbar simple”, continúa el doctor Galarza.