Las presidenciales francesas, bajo sospecha
La segunda y definitiva vuelta de las elecciones presidenciales francesas, domingo 24, donde se juega el futuro de Francia y de Europa, ha demostrado la decadencia que atraviesa el proyecto europeo, marcado por una hipocresía sin límites.
La historia es esta: por iniciativa del Servicio Antifraude de la Unión Europea la Fiscalía francesa acusa a la líder de la derecha francesa, Marine Le Pen, de una malversación de fondos por valor de 137.000 euros. De inmediato, la Fiscalía francesa, dependiente de Macron, atiende la 'inmaculada' petición europea y pone en entredicho a la mujer que, seguramente, ya iba a perder ante Emmanuel 'Lolito' Macron... peor es mejor asegura el envite con el progre 'Lolito'.
Pero Marine Le Pen se equivoca: hay que quedarse en Europa y recristianizarla. La opción polaca es la mejor: nada de Brexit, a Bruselas hay que cambiarla desde dentro
Con ello, Bruselas y Macron han colocado a las elecciones francesas bajo sospecha, Porque la única lectura posible es esta: Para ayudar a Macron, Bruselas acusa a Marine Le Pen, la otra candidata de ser una ladrona. Eso supone subir al ring y boxear con un brazo atado a la espalda
Y es que en la decadente e hipócrita Unión Europea, lo primero que busca un político es un fiscal amigo y una judicatura maleable, para arremeter contra sus adversarios... con la formidable acusación de que es un 'corrupto'. Es un fútbol sucio: no se para al balón, se para al hombre. Nadie va a elegir como presidente a alguien sin honor, a un corrupto, un ladrón, un chorizo.
Conste que la líder del antiguo Frente Nacional, hoy Reagrupamiento Nacional, que nunca me ha caído simpática. De entrada, doña Marine se equivoca en sus ataques a Europa. No hay que destruir la Unión Europea, hay que quedarse en Europa y recristianizar Europa, que el proyecto de la Unión vuelva a ser el de los padres fundadores, todos ellos cristianos aunque seguramente malos cristianos. Que vuelva a ser, sobre todo, el proyecto del gran Robert Schuman.
Marine Le Pen no sirve para regenerar Europa porque es derecha pagana. El neocomunismo gramsciano sigue siendo más peligroso para Europa que el fascismo pero aún más peligroso que el viejo marxismo es la nueva ideología de género
La opción polaca es la mejor. El país, junto a Hungría, más perseguido por Bruselas, y perseguido por sus principios cristianos, no quiere saber nada del Brexit. Los polacos saben que a Bruselas hay que cambiarla desde dentro.
Marine Le Pen no sirve para regenerar Europa porque ella es derecha pagana, no cristiana. Al mismo tiempo, es cierto que el neocomunismo gramsciano (por ejemplo, Podemos, al menos los pocos de podemos que saben quién fue el venenoso Antonio Gramsci) sigue siendo más peligroso para Europa que el fascismo, pero aún más peligroso que el viejo marxismo es la nueva ideología de género, motivo actual primero de la degradación acelerada de la Unión Europea.
En cualquier caso, el sistema polaco es mejor que el de Le Pen: yo no me voy de la Unión Europea y, además, re-cristianizo Europa, en lucha primero contra el fascismo, luego contra el comunismo, ahora, contra la ideología de género. La historia de Polonia es la historia misma de Europa. Polonia fue ocupada por el nazismo peor nunca derrotad, Ocupada por el estalinismo peor nunca derrotada. Ahora lucha contra un tercer enemigo totalitario y perverso: la precitada ideología de género. Polonia hace realidad mi lema favorito: El cristiano siempre va "de derrota en derrota hasta la victoria final".
La deseable resurrección de Europa no está en París, está en Varsovia... una vez más.
Pero, por de pronto, con la rastrera andanada contra Le Pen, las elecciones francesas del domingo 24 están, cuando menos, bajo sospecha.