El senador Carles Mulet, preocupado ahora por las aves y los tendidos eléctricos
El principal objetivo del senador de Compromís, Carlos Mulet García, es fastidiar al Rey y a los curas. Es el mismo político comprometido que pretendía traer a Bárbara Rey al senado para ver si el Rey Juan Carlos I le había pagado con fondos reservados, cuestión fundamental en la regeneración política de España y en la lucha contra la corrupción, ¡oh, sí!
Por cierto, que Pedro Sánchez apoyó con entusiasmo la Comisión Bárbara, en su estilo ligeramente hipócrita: según él, el monarca desterrado en Abu Dabi sí debe dar explicaciones. Verde y con asas, blanco y en botella.
Pues bien, ahora el insigne Carles Mulet ha conseguido introducir una enmienda en el Senado y, de esta forma, con el apoyo de los majaderos de Gabriel Rufián y de los majaderos interesados de Aitor Esteban, más Junts y más, atención, el Partido Popular, han conseguido retrasar la aprobación de los Presupuestos 2022 en el Congreso.
Y es que resulta fundamental que las lenguas minoritarias sean apoyadas con dinero público (¿Con qué si no?), con 1,5 millones de euros. Hablamos, no sólo de catalán, gallego y vasco sino de los idiomas minoritarios de otras latitudes, tales como Navarra, Valencia, Baleares, Aragón y Asturias.
Les traduzco: que por las "patates" de mi tierra asturiana, se retrasan los Presupuestos Generales del Estado para 2022. Y todo esto, atención, con el apoyo del Partido Popular de don Pablo Casado Blanco. Sin comentarios.
La verdad es que los PGE de Pedro Sánchez son tan malos que mejor sería que el proyecto legal no se retrasara sino que se paralizara. Ahora bien, los atajos no sirven, o no deberían servir. El PP no puede apoyar una enmienda que le repugna, -creo, porque ahora ya no lo sé- con tal de meterle el dedo en el ojo al Gobierno. Si algo abunda en la España actual son las fuerzas centrífugas.
Además, el mismo partido que lucha por el niño de Canet que quiere estudiar en castellano ahora le arrea un pellizco al Ejecutivo en defensa de dialectos que aspiran a ser lenguas y en defensa de unos idiomas valenciano y balear que no son más que catalán reconvertido con modismos locales. Y de rondón, metemos las "patates", que era lo que en Oviedo provocaba esta reacción: "Habla bien, neñín: se dice patatas, no patates".
¿A qué juega el PP? ¿Su alternativa consiste en fastidiar al Gobierno Sánchez? Esto sí que es política de campanario.