España vaciada y vacía, por falta de hijos
Durante los primeros seis meses del año nacieron en España 155.000 niños, la mitad de los que nacían hace 15 años. Muchos de ellos hijos de extranjeros residentes, lo que no dice mucho de la generación que hemos creado. De enero a agosto, la cifra había repuntado hasta los 211.000 nacimientos durante los ocho primeros meses... pero sigue siendo el mínimo de los últimos ocho años. Esto marcha.
La influencia de estas cifras desastrosas sobre la economía, y más en concreto sobre el gasto público, es evidente pero la esterilidad nacional debe contemplarse aún más como consecuencia que como causa.
Una sociedad que no tiene descendencia es una sociedad que se conforma con su supervivencia, carente de vitalidad y sobre todo, carente de esperanza. Si lo prefieren en categorías psicológicas, una sociedad que cree poco en sí misma.
Una sociedad que no tiene descendencia es una sociedad que se conforma con su supervivencia, carente de vitalidad y sobre todo, carente de esperanza. Si lo prefieren en categorías psicológicas, una sociedad que cree poco en sí misma
Uno supondría que, ante esta emergencia nacional, el sistema político debería responder, raudo, con un salario maternal, es decir, facilitando a la mujer, que dejando a un lado la quisicosa de la conciliación -sí, se trata de una cuestión menor-, es el personaje central de la procreación, pues de ella depende la gestación... un salario maternal que compense la pérdida que la maternidad provoca en la competitividad laboral con el varón.
Además, el salario maternal es de justicia: la española que aborda su maternidad está ofreciendo, al bien común del país, lo que España más necesita: hijos, futuros contribuyentes y futuros financiadores de las pensiones, en una sociedad dramáticamente envejecida.
En este caldo de cultivo sorprende que ningún partido político proponga en cabecera de su programa, el precitado salario maternal. Algunos políticos aumentan las ayudas públicas a la maternidad pero siempre de forma cicatera y sin universalizar el salario maternal.
Hay que fomentar la natalidad y esto sólo puede hacerse dedicando no menos de la mitad del salario mínimo a la mujer que tenga un hijo. Además, como ya hemos repetido mucha veces en Hispanidad el salario maternal es una cuestión de justicia, no de solidaridad. No es como el ingreso mínimo vital (IMV), donde se da un dinero público a cambio de nada. La mujer está dando al país lo que el país más necesita: hijos.