En la Basílica sagrada,
después de cuarenta y cuatro años,
por un gobierno socialista,
una tumba fue profanada.
Y el líder de ese gobierno,
de todo ello se ufana,
diciendo a voz en grito,
cual pregonero del pueblo,
que con esa profanación:
¡ha vencido la democracia!
 
¡Oh triste nación! ¡Oh desgraciado pueblo!
Que tiene por gobernante,
a un profanador de muertos.
A uno lo saca de su tumba,
a trece pobres desgraciadas,
les pone flores, las exalta
delante de una placa, una tapia.
Todo en beneficio propio,
utilizando a los muertos:
¡porque está, en electoral campaña!
 
¡Oh dolor de corazones!
¡Oh dolorida España!
¿Cómo puedes elegir así,
a quien a los muertos maltrata?
Que en todos los pueblos,
siempre fueron cosa sagrada.
Y aquellos que los profanan,
malditos son ellos, y su compaña.
En la Basílica sagrada,
una tumba fue profanada.