Todo el lío judicial que barre España en el momento presente, con casos de corrupción para parar un carro, con un Sanchismo convertido en un lupanar, necesita de alguien que resuma, simplifique y ejemplifique, los innumerables casos de corrupción. Especialmente con un personaje como Sánchez, cuya obsesión es negarlo todo, 

De otra manera sucederá lo del clásico: "entre tanta polvareda se nos perdió don Bertrán".

Ejemplo, las más de seis horas, martes 11, de interrogatorio, en el caso Leire Díez, la famosísima fontanera del PSOE, han levantado tanta polvareda que tendemos a olvidar en qué consiste el caso de esta peculiar vasca socialista. 

Pues no era sino una fontanera del partido porque su labor no consistía -no se lo van a creer- en escribir un libro, sino en montar campañas de calumnias a jueces, fiscales y la famosa Unidad Central Operativa de la Guardia Civil... a todos aquellos que descubrieran una corruptela del intocable Pedro Sánchez. Fácil, que diría un paisano de Leire.

Y el éxito del presidente del Gobierno, el mismo que el de todos los sanchistas, lo que le salva el pellejo un día sí y otro también, aquello por lo que no dimite, es la refinada táctica monclovita de presumir de lo que adolece y de acusar al adversario de aquellos pecados que tú mismo cometes. Por ejemplo, el pecado de calumniar al prójimo: el rey del bulo y del fango acusa a los demás de proferir bulos continuos y de poner en marcha la máquina del fango. 

De ese caldo surge el actual propósito de los dos estiletes del Sanchismo, ambos de muy baja catadura moral: el ministro de Justicia y Presidencia, Félix Bolaños y el titular de Interior, Grande-Marlaska, dos de nuestros peores ciudadanos. 

Pretende 'el Bolas', como bien resumió ayer la portavoz parlamentaria de Vox, la cordobesa Pepa Millán, colocar a la UCO a las ordenes de la fiscalía, que a su vez actúa a las órdenes del Gobierno, y someter a calumnia a los jueces que se atrevan a juzgar a Sánchez o al Sanchismo.

Así se entiende todo, aunque aún faltaba la guinda: acabar con la acusación popular, esa espita por la que Juan Español pueda defenderse de Sánchez cuando éste se extralimita... no más de cinco veces por semana, hay que reconocerlo. 

Y es que, como dijo Bolaños: la acusación popular no son más que ultras... y ultra es todo aquel que don Félix señal como ultra... naturalmente

A ver si tenemos que agradecer a Junts que bloquee todas las leyes de Sánchez, también las precitadas.