Cuánto resentimiento, cuánto odio,
cuánta envidia, cuánta soberbia,
contra los que generosidad demostraron,
en un acto de concordia, de perdón;
que en el fondo ellos no pidieron, ni aceptaron.
 
Y en el espejo; que la avenencia, la conciliación,
la inteligencia, la alianza y el tratado,
en una naciente democracia formaron;
ven su resentimiento, su odio, su envidia,
tristemente y de forma nítida, reflejados.
 
Y acusan día tras día al espejo, con denuedo,
de ser culpable de las miserias, de la soberbia
y del odio, en el que ellos se ven reflejados.