- Grandiosa, sin duda, pero condición natural, que viene dada.
- El feminismo entiende la feminidad -en la que, por otra parte, no cree- como un seguro frente a la crítica. Es decir, frente a toda responsabilidad.
- Vivimos un hartazgo contra lo políticamente correcto, es decir, contra la mentira institucionalizada.
- La mujer no se ha liberado cuando ha salido al mundo laboral: se ha esclavizado, porque les ha engañado.
La
verdad es que el muy puñetero tiene gracia. Cuando
Donald Trump suelta eso de que
Hillary Clinton (
en la imagen) no obtendría ni un 5% de los votos si fuera hombre… tiene parte de razón. A lo mejor, tampoco los conseguiría Trump si él fuera mujer, al menos con ese lenguaje, pero esa no es la cuestión: la cuestión es que este millonario, un poquito cabrón,
está llevándose de calle al personal por la sencilla razón de que responde a aquello contra lo que tanta gente brama: hartazgo contra lo políticamente correcto, es decir,
contra la mentira institucionalizada.
Lo cierto es que Hillary Clinton es una de esas damas que vende su feminidad como un mérito, como un logro,
cuando se trata de una condición que tiene por nacimiento y en la que ella no aportó ni mucho ni poco: le vino dada.
Dos proposiciones para el recuerdo, casi axiomáticas pero siempre olvidadas:
tener un hijo no es un derecho, es un don. Ser mujer no es un mérito, sino una condición. Condición grandiosa pero condición al cabo.
Y lo que quería decir el cabroncete tabernario de Trump es que no vale decir que si me critican, si se atreven a denunciar mis errores, teóricos o prácticos, siendo yo mujer, lo hacen por machismo. Porque claro,
si a eso vamos resulta que una mujer no hace nada mal en su vida, ni con la cabeza ni con el corazón. Algo que resulta un tanto difícil de aceptar.
Las mujeres dicen que están marginadas. Y realmente lo están, pero no por lo que argumentan las feministas: de hecho se les exige, sobre todo en la vida pública y laboral, menos que al varón
y se les perdona lo que no se perdona al varón.
Es en otros ámbitos donde se les exige más que al varón, lo que éste jamás sería capaz de dar. Por ejemplo como soportes de la sociedad y educadores de la humanidad
al tiempo que como contribuyentes. La mujer no se ha liberado cuando ha salido al mundo laboral: se ha esclavizado, porque les ha engañado. Las primeras en engañarles,
otras mujeres llamadas feministas. Un proceso de 100 años atrás que
Chesterton resumió de esta forma: "
200.000 mujeres gritan 'no queremos que nadie nos dicte'. Y acto seguido van y se hacen dactilógrafas". ¿Quién les ha engañado? Sobre todo, el feminismo,
una de las grandes mentiras de la modernidad hoy elevado a ideología de género.
Y también se perdona que Hillary sea una
repugnante abortera, pero esa es otra historia. ¿O se trata de la misma historia?
Eulogio López
eulogio@hispanidad.com