- Se ha desarrollado toda una tendencia, diabólica, para que la gente muera sin consciencia… ergo, sin conciencia.
- Mismamente, sin poder arrepentirse ni prepararse.
- Y una quejumbrosa sensación de inutilidad se extiende por el mundo.
- El engaño de la medicina: prometió alargarnos la vida y sólo nos ha alargado la supervivencia, o sea, la vejez.
- Objetivo: morir sin molestar, ni a Dios ni al prójimo.
Cada vez más gente muere de repente o pierde el sentido y ya no lo recupera más. Es un signo de nuestro tiempo, un fenómeno cada vez más extendido. Y morir en la inconsciencia supone, por ejemplo, que no pueda preparar el tránsito. Verbigracia, que no puedas arrepentirte.
Se trata de un consenso verdaderamente diabólico, ahora arrebatarle cuanto antes la consciencia, y con ello la conciencia.
Todo coadyuva a ello. En primer lugar,
que los médicos no nos han alargado la vida sino la supervivencia: nos han alargado la vejez.
Luego está el miedo a la muerte y al dolor, que lleva a darse cuenta antes al enfermo "para que no sufra", a pesar de que está muy claro lo que sirve para sedar y para matar, como también está claro
lo que sirve para matar el dolor o para matar la consciencia. Vamos, la diferencia entre los
cuidados paliativos y la eutanasia, entre reducir las defensas con el riesgo de acortar la vida (lícito)
y lo que mata al paciente para que no sufra (que es un homicidio como la copa de un pino).
Objetivo: morir sin molestar,
ni a Dios ni al prójimo. A Dios, con una muerte santa, que nos permita contemplar su rostro. Al prójimo, intentando no convertirse en una carga para los cercanos, con una infravida,
arrastrada tras decenas de años de analgésicos depredadores de la salud y por la vía de no desgastarse demasiado. Es decir, vivir al ralentí desde los 40,
para reservar fuerzas para el futuro, con el claro objetivo de cederle al sepulturero un cuerpo en perfecto estado de revista. O sea, la vida que vivimos, llena de quejumbrosidad y… dando más lata a los hijos que las que les dan los nietos. Hemos hecho realidad el viejo refrán de "mujer enferma, mujer eterna". Pero no seamos machistas: hoy puede aplicarse a ellas y a ellos, sin sexismo.
Eulogio López
eulogio@hispanidad.com