Reino Unido impuso primero la retirada de mascarillas y ahora finiquita las cuarentenas... porque tampoco cree que sirvan para nada
Parece que no habrá Brexit duro, tras el preacuerdo entre Londres y Bruselas hecho público en la mañana del jueves 17. Los mercados financieros suspiran aliviados. Pero el problema de fondo, una Europa descristianizada, masónica y políticamente correcta persistirá a ambos lados del Canal de la Mancha.
Los referendos o referenda son algo lamentable: reducen la realidad a un sí/no, el colmo de la superficialidad y encima su plazo de caducidad varía según quien mande.
Los referendos separatistas son, además, un fraude, porque cinco ‘noes’ caducan pero un sí no caduca nunca.
Los referendos son una práctica injusta y crean más problemas de los que solucionan
Y son escasamente democráticos -más bien escasamente justos- porque suelen acabar en que la mitad de la sociedad se impone a la otra media.
Dicho todo esto, Boris Johnson tiene razón. Personaje deplorable pero cargado de razón: sólo trata de aplicar lo que los británicos votaron. ¿Se equivocaron? El pueblo nunca se equivoca.
Y ahora viene el sobre-engaño: si Londres acepta lo que la UE exige, Reino Unido volverá al universo Europa y se burlará lo evidente. Que, en efecto, es bueno que debe estar unida, lo que no debe estar es globalizada, sino pendiente de su origen, que es el mismo en Inglaterra, Alemania, Francia, Italia o España: el cristianismo. Lamentablemente, Boris Johnson es un conservador, no muy preocupado por las raíces cristianas de Europa. Las cabezas visibles de la Unión, por la izquierda y la derecha, lo mismo da, tampoco cuentan con muchas cabezas o corazones cristianos.
Es bueno que Europa esté unida pero hay que preguntarse: unida en torno a qué
Es más, en la Unión Europea impera ahora la masonería, hoy conocida como Nuevo Orden Mundial (NOM), y lo políticamente correcto.
Por eso Europa no emociona: yo no me comprometo con una Europa que sólo beneficia a los partidarios de una libertad individual limitada por el Estado (en La Unión impera una socialdemocracia agobiante) o por las ganancias de la economía financista y especulativa (las bolsas han subido en cuanto se ha conocido la noticia del preacuerdo).