Sr. Director:
Las palabras ofensivas y calumniosas para el Rey y la Constitución, dirigidas por los representantes separatistas y abertzales durante la sesión de investidura, por mucha indignación que suscitaron en parte del hemiciclo, no podían tener más efecto que el de la provocación gratuita, por otra parte esperada. Pero quien si podía alzarse contra el agravio, es decir, el propio Sánchez y su bancada socialista, así como la propia presidenta del Congreso, no lo hicieron en nombre de la libertad de expresión, la tapadera con la que, en adelante, se cegarán todas las ofensas que provengan de los aliados circunstanciales del nuevo Gobierno.