Sr. Director:
En estos momentos, ante una mentalidad revisionista promovida desde el Gobierno y algunos sectores del PSOE, si utilizáramos la óptica del presente para revisar el pasado, no quedaría vestigio alguno. Pero sucede que eso, además de una solemne memez, resulta imposible por la elemental razón de que no por querer borrar determinados episodios estos desaparecen como por ensalmo, sino que en ocasiones reverdecen, devolviéndolos a la actualidad. Añádase a esto la taimada selección que muchas veces se opera en estos terrenos, pretendiendo eliminar unos acontecimientos y nunca los de signo opuesto, aun cuando estos sean igualmente ominosos para gran parte de la sociedad e incluso en objetivos términos históricos.
No existe nación que no sea producto de un continuo y complejo claroscuro. Tanto lo bueno como lo menos bueno que ha dado de sí su evolución y observamos con perspectiva de hoy, ha sido consecuencia directa del concreto contexto en que se ha generado, sin que sean posibles aquí revisiones que orillen ese determinante dato. Podemos censurar el canibalismo, por ejemplo, pero consta que en Atapuerca se practicaba. Y no por ello debemos dejar de potenciar esa fabulosa iniciativa arqueológica.