Sr. Director:
Había curiosidad e inquietud por ver cuál sería la actitud del presidente norteamericano en las relaciones con Arabia Saudita, en el marco de la lucha global contra el terrorismo.
Una primera incógnita se despejó al no ser incluidos los residentes saudíes en la lista de los que tienen prohibida su entrada en Estados Unidos. Otra fue despejada con la conversación telefónica que Trump mantuvo con el rey Salman el pasado domingo en la que se sentaron las bases de una futura cooperación sin suspicacias.
Parece claro que el "nuevo" Washington quiere apostar por la estabilidad del rico país petrolífero y guardián de los santos lugares del Islam.
En los últimos años del mandato de Obama la relación se había deteriorado al permitirse que cualquier juez americano pudiera perseguir por daños y perjuicios a las autoridades saudíes que sean consideradas cómplices de los atentados del 11-S.
Arabia Saudí prosigue la exportación del wahabismo y ha puesto en marcha una poderosa política de seducción en los países africanos, con la adquisición de grandes extensiones de tierras fértiles llamadas a garantizar su subsistencia alimentaria. Incluso acaba de decidir la instalación de su primera base militar en Yibuti, en el Cuerno de África.
Pienso que Estados Unidos tiene que ser consciente de cómo mueven los saudíes sus piezas. La partida internacional puesta en marcha en la zona más peligrosa del mundo, está llena de incógnitas.
Xus D.
La comunión en la mano no es más que la vanguardia contra la supresión de la Eucaristía
15/12/24 15:00