Hablo con una importante empresario ejecutivo brasileño, un entusiasta de Lula de Silva. Le digo que no esperaba esta reacción, querracivilista, vengativa, contra Jair Bolsonaro y... contra la mitad de los brasileños que votaron a su contrincante.

Me responde que sí, que a él también le extraña pero que esa deriva parece inevitable, medio país contra el otro medio. Lo mismo puede ocurrir ahora en España con Sánchez, Poco antes de la jornada electoral del 28-M ese personaje, acuoso y venenoso, que es la navarra Ione Belarra, aseguraba que el PP iba a por Bildu, luego a por los catalanes y luego a por ellos. Esa mezcolanza de victimismo y mala uva es lo cotidiano tanto en Brasil como en España. 

Lula de Silva es presidente de Brasil por los pelos. La mitad del país no le quería, es más le quería en la cárcel y votó a Bolsonaro... a quien ahora él quiere meter en la cárcel.

Para asegurar su victoria necesitan aplicar la ley a quienes motivaron desórdenes, eso está claro. Pero a renglón seguido, debió lanzar un mensaje de reconciliación entre los brasileños. No lo hizo... y los brasileños lo pagarán como lo estamos pagando los españoles desde hace cinco años.