En todo Madrid, al menos en el mundillo político y económico, valora la sensatez de Mariano Rajoy (en la imagen), ese no enfadarse nunca, ese saber que el que se enfada pierde. Ahora bien, el problema es que, mirado en positivo, el paisaje marianista resulta desolador. Y esto porque don Mariano, sencillamente, no cree en nada. Y entonces, ¿por qué habría de enfadarse? Hispanidad redaccion@hispanidad.com