Anna Gabriel (en la imagen) y Carles Puigdemont no son más que dos cobardes.El problema estriba en que empecemos a alabar la cobardía como una justa rebelión. Ese es un paso que nunca se ha dado. Y es grave.Porque la valentía no sólo es una virtud sino todas las virtudes en su punto de prueba.Y la cobardía es el único defecto, como decía Clive Lewis, del que los hombres jamás se han enorgullecido. Si empezamos a alabar la cobardía estaremos en el camino del no retorno.Hispanidadredaccion@hispanidad.com