El Gobierno francés estudia legalizar el oficio de asistente sexual a personas con discapacidad, una cuestión que genera en el país gran controversia, puesto que algunas asociaciones, más bien muchas, lo consideran como prostitución. Es decir, qeu un asitente sexual hace eso que están ustedes pensando. Más o menos, dependiendo de la imaginación de cada cual. Por el momento, no se abrirá en las universidades el grado o licenciatura en Asistencia Sexual, hasta que algún centro universitario, especialmente progresista, se lance a por ello.

Durante la Conferencia Nacional sobre la Discapacidad, el presidente francés, Emmanuel Macron, anunció este martes que «el derecho a la vida sexual» otorga «dignidad» a las personas con discapacidad, lo que revela el altísimo sentido de la dignidad que posee el presidente francés, quien cifra la dignidad humana... mismamente en la entrepierna. 

Por su parte, la secretaria de Estado de Discapacidad, Sophie Cluzel se mostró favorable a que «se pueda acompañar la vida íntima, afectiva y sexual» de las personas con discapacidad mediante asistentes que les permitan tener relaciones, a aquellos que no pueden por sí mismos. Un asistente sexual ayudaría al discapacitado a conocer y a disfrutar su propio cuerpo, a masturbarse o a tener sexo con otra persona. 

El Gobierno se ha dirigido sobre esta cuestión al Comité Consultivo de Ética, precisamente de ética, un organismo que en 2012 ya se pronunció en contra al considerar que ese tipo de servicio suponía un uso «mercantil» del cuerpo humano.

Pero la secretaria de Estado cree que, desde entonces, la sociedad francesa «ha madurado» y tiene «una visión nueva» sobre el problema que supone «condenar (a las personas con discapacidad) a vivir en una abstinencia no elegida».

Pese a que su actividad puede ser catalogada con el actual marco legal francés de «proxenetismo», desde 2014 unas 80 personas han seguido sus cursos y una veintena ejercen en la actualidad.