Al parecer, al cardenal Burke (en la imagen) tampoco le ha gustado la resolución final del Sínodo sobre la Familia, como a nosotros. Asegura Burke que se ha tergiversado la Familiaris Consortio, de Juan Pablo II, y el Sínodo de la Familia de 1980. Y lo que es peor: que la relación del Sínodo no deja clara la indisolubilidad del matrimonio. Un Sínodo se hace para enseñar, no para confundir. Hispanidad redaccion@hispanidad.com