Cada año que pasa, los españoles somos menos. Hace tiempo que Alejandro Macarrón dio la voz de alarma con ese gran libro que se titula El suicidio demográfico de España, pero los diferentes gobiernos no le han hecho ni caso. Ellos se lo pierden, porque los niños de hoy son los contribuyentes del mañana. La sociedad tampoco reacciona y así, hemos conseguido que los españoles que mueren superen a los que nacen. A este desastre, los demógrafos le llaman crecimiento vegetativo negativo. Pero yo diría que es una mugrienta y pestilente montaña de egoísmo.

Cuando la vida ha perdido su sentido, es lógico que no se quiera transmitirla a los descendientes. Y en este caso se taponan las fuentes de la vida y, si es caso, se asesina al que se salta el tapón. La vida pierde su sentido cuando se bastardea su finalidad. El fin de la historia, que es lo mismo que le fin de cada una de nuestras vidas, no es la grandeza de la Corona, ni la unidad del partido, ni la fortaleza del sindicato, ni tampoco la expansión de la empresa o el esplendor de la cátedra. El fin de la historia, es decir de nuestras vidas, es que el hombre sea plenamente hombre, que vuelva a Dios, que sea santo. Y si la Corona, el partido, el sindicato, la empresa o la cátedra se opone a ese fin, habrá que modificar todas estas monsergas con las que nos entretenemos en esta tierra y no al revés, de manera que nuestros entretenimientos no se conviertan en el fin de nuestras vidas.

Los datos que vamos conociendo no apuntan precisamente a un cambio de tendencia. Vuelve a ser Alejandro Macarrón, voz que clama en el desierto, el que avisa de que nos precipitamos hacia el abismo demográfico, porque los procesos de maternidad cubiertos por la Seguridad Social en el primer semestre de 2018 anticipan un nuevo desplome en los nacimientos: un 5,5% menos que en el mismo período de 2017, a pesar de que hay más mujeres cotizando a la Seguridad Social que hace un año.

Señores: el egoísmo de nuestro tiempo consiste en no tener hijos

A la vista de esta situación, que viene de años, cuando en su día se anunció la aparición de la Federación de Familias Numerosas, yo recibí la noticia con gran satisfacción. Primero porque en los ocho embarazos de mi esposa hemos tenido que soportar muchos comentarios entrometidos —que si otro, que si tan seguidos, que cuándo vais a parar…— que nos reprochaban tener tantos hijos; por fin aparecía una institución, Familias Numerosas, que venía en nuestro auxilio y defensa. Y, en segundo lugar, porque abrigamos la esperanza de que consiguieran ayudas del Estado como las que normalmente se prestan en Europa a las familias numerosas.

Y reconozco que las primeras actuaciones fueron buenas. Es más, en algún caso concreto, como fue el de las Familias Numerosas de Aragón, su comportamiento fue impecable, de matrícula de honor. Pero desde que la organización de las Familias Numerosas se integró en el Foro de la Familia todo ha sido una cadena de decepciones, que se han coronado con las declaraciones del reciente nombrado, ascendido o promovido —cualquier cosa, menos elegido democráticamente— presidente de la Federación de Familias Numerosas (FEFN). El nuevo presidente es alicantino y se llama Benito Zuazu (en la imagen) y entre sus primeras declaraciones no es que se pueda encontrar alguna melonada, es que el señor Zuazu, sólo con lo declarado hasta al momento, puede poner un puesto de melones, con la total seguridad de que no va agotar existencias por lo menos en un par de temporadas.

¡Qué cosas dice Benito Zuazu! Empieza por manifestar que representa a 50.000 asociados… Pero menos mal que no hay primarias para elegir al presidente de Familias Numerosas, porque como hubiera que hacer un censo de verdad para votar, a lo mejor nos enteramos de que a Benito Zuazu no le siguen ni quinientos asociados. Zuazu no representa nada más que a los que le han aupado a ese cargo, que él sabrá perfectamente quiénes son.

Cuando la vida pierde su sentido, es lógico que no se quiera transmitir a los descendientes

Asegura don Benito que va a ser muy reivindicativo y que va pelear con este Gobierno… lo mismo que peleó con el Gobierno anterior. Y que su ardor guerrero está tan encendido que hasta ha solicitado entrevistarse con el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y con la ministra de Sanidad y Bienestar, Carmen Montón. Pero lo que este nuevo Cid de mil batallas no ha querido desvelar es su estrategia secreta, porque yo sé de fuentes, muy bien informadas, que Benito Zuazu también se va entrevistar con el presidente de la Federación Española de Fútbol, para que a las familias numerosas nos dejen entrar gratis a los partidos los domingos por la tarde.

Pero no crean que todo en Benito Zuazu se reduce al empuje guerrero y reivindicativo. En este nuevo timonel de la familia también hay, más que un hueco, una gran oquedad, en la segunda acepción dada a esta palabra por la Real Academia de la Lengua, por donde transita el pensamiento que, según algunos malvados, solo pasa por él como el agua sobre el mármol, sin dejar una sola idea en su cabeza… lo que desmentimos rotundamente.

Mala gente que quiere desprestigiar a Benito Zuazu, sin reparar que entre sus declaraciones ha dejado esta perla, que seguro que habrá removido a Platón y Aristóteles en sus tumbas por su profundidad intelectual: “si cuidamos a las familias, tendremos familias sanas y solidarias y, al final, la sociedad será sana y solidaria”.

Se taponan las fuentes de la vida y, si es caso, se asesina al que se salta el tapón

Y si al leer esta sentencia, alguien ha pensado en la grandeza de Benito Zuazu por esa referencia a la palabra mágica de la solidaridad, se ha quedado corto. Él va mucho más lejos. Toda la entrevista del nuevo presidente de Familias Numerosas, con esa referencia a la solidaridad, en realidad solo sirve para preparar, a modo de traca final, su última y genial declaración, que Benito Zuazu expresa con estas palabras: “le aseguro que voy a mantener relaciones con todas las federaciones que representan a los diversos modelos de familia, como las LGTBI o las monoparentales, para ver en qué aspectos podemos ir unidos”.

Hay que reconocer que esto último, además de bello e instructivo, es emocionante. A mí, por de pronto, me ha recorrido un escalofrío por todo mi cuerpo al leer esta sentencia pronunciada por un personaje de la grandeza moral de Benito. Como alguien no lo sujete, este es capaz de cualquier locura por llegar a una coalición con los de la LGTBI. ¡Qué sé yo! A lo mejor toda la junta de Familias Numerosas, que ha aceptado esta declaración sin rechistar y sin mandar a su casa a Benito Zuazu, piensa cambiarse de sexo para facilitar el entendimiento con las asociaciones de la LGTBI.

Pero para que ni Benito Zuazu ni su Junta Directiva llegue a tal extremo, que lo de entrar en quirófano siempre tiene sus riesgos, yo le voy a ofrecer otra fórmula menos traumática y a la altura moral demostrada por Benito Zuazu. Lo que puede hacer el nuevo presidente de Familias Numerosas es chivarse ante un juez de lo homófobo y facha que soy y llevarle este artículo como prueba, y así Benito Zuazu se convertirá en un demócrata de toda la vida y en un tonto útil del movimiento de la ideología de género.

Javier Paredes
Catedrático de Historia Contemporánea en la Universidad de Alcalá