Los principales acreedores de Marsans, es decir, del presidente y vicepresidente de la patronal CEOE, Gerardo Díaz Ferrán y Gonzalo Pascual, son los siguientes bancos: Santander, Banesto, Caixa, Sabadell y Caja Madrid. Marsans debe 120 millones de euros a los bancos a lo que hay que añadir las deudas a título personal contraídas por los Hombres G. Además, tras lo publicado el lunes por El Mundo, presuntamente ya no estamos hablando de deuda sino de otra cosa.
Pues bien, como ya hemos informado, el Santander y los principales bancos acreedores han girado 180 grados y se proponen, además salvar a Ferrán y Pascual de los tribunales no exigir cambios en la gestión. Rafael Santamaría, apartado de la gestión de su Reyal o Fernando Martín a quien se forzó al concurso de acreedores en Martinsa Fadesa.
Porque, además, Marsans tiene una deuda oficial de 120 millones de euros, más una filial quebrada, Air Comet, más deudas contraídas a título personal por Díaz Ferrán y Pascual como la de Caja Madrid (26,5 millones de euros sin garantías).
Pues no sólo eso: resulta que los bancos, además de salvar la empresa y salvar a sus gestores y propietarios, piensan otorgar a Marsans una línea de crédito de 40 millones de euros para que pueda seguir viva hasta el verano y realizar su campaña de viajes.
Con ello, conseguiría, además, el favor de la prensa, que ahora le tiene contra las cuerdas, porque el verano pasado Marsans se convirtió en el primer anunciante español en prensa papel.
Y es que el Gobierno Zapatero insiste a la banca para que trate con guante de seda a Ferrán. No se puede dejar hacer, en plena negociación para la reforma laboral, a un gestor tan débil, tan dócil, tan sumiso como Díaz Ferrán. En la mañana del lunes, el otro negociador de la patronal, el presidente de Cepyme, Jesús Barcenas, insistía en que Díaz Ferrán tenía que dimitir porque estaba comprometiendo a todos los empresarios. Lo hizo en lo desayunos de RTVE pero la caída de Ferrán no interesa ni al Gobierno ni a él mismo: el presidente de Marsans, así como su socio, Gonzalo Pascual, se aferran al cargo para librarse de la furia de los jueces.
Eulogio López
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