El martes 25 de julio, festividad de Santiago Apóstol, patrón de España, en Hispanidad haremos fiesta. Se trata, junto a San José, de la otra gran fiesta religiosa que las autoridades civiles han conseguido neutralizar. Lo han intentado con otras muchas. Por ejemplo, el 8 de diciembre, fiesta de la Inmaculada Concepción o la Virgen de Julio, 16 del mismo mes o la Asunción (15 de agosto). En los tres casos la progresía ha pinchado en hueso, o bien porque se trata de puente o bien por las fechas de comienzo y final de las vacaciones de verano. En todo Occidente se han trasladado al domingo los tres jueves que relumbran más que el sol. Al menos han traslado al domingo el Corpus y la Ascensión, mientras la Bolsa de Valores, y algunas regiones progresistas siempre tan activas trabajan en jueves Santo, y libran el lunes de Pascua.

El felipismo, por su parte, siempre quiso terminar con el 12 de octubre, fiesta de la Virgen del Pilar. Y no lo consiguió porque a alguien se le ocurrió convertir el 12 de octubre en fiesta nacional, al tiempo que en Hispanoamérica, y especialmente entre la comunidad hispana norteamericana, se imponía la fiesta de la Hispanidad.

La Virgen del Pilar es la co-patrona junto a Nuestra Señora de Guadalupe- del mundo hispano. Y así, pese a todos los intentos progres por laicificar el 12 de octubre, resulta que la historia del mundo hispano está tan imbricada al amor de Santa María, que no hay manera, y mira que lo intentan, de separar lo religioso y lo profano. Además, el español puede votar al PSOE y ser tan comecuras como Zapatero, pero como le toques a su devoción mariana las bofetadas pueden silbar en el aire. De los mejicanos y la Guadalupana, mejor no hablar.

Por eso, suprimir la fiesta de Santiago Apóstol era tan importante. Además, el mayor de los Zebedeos siempre se ha identificado con la segunda mayor gesta de la historia española. Si la primera fue el descubrimiento y la evangelización de América, la segunda en importancia es la Reconquista. Fue España quien evitó por el Sur, al igual que Polonia por el Este que hoy los europeos vistamos chilaba.

Ahora bien, si uno quiere acabar con la religión católica tarea siempre condenada al fracaso- donde debe atacar no es el espacio, sino el tiempo, es decir en el calendario. El Corán no es más que una herejía superficial del cristianismo, pero el Islam rompe todo contacto con el cristianismo desde el momento en que el día dedicado a la oración pasa del domingo al viernes. Como el presidente del Gobierno no es hombre de muchas ideas, podemos darle ésta: los días de libranza laboral deben ser elegidos por empresarios y trabajadores, pactados mediante el diálogo y forma libérrima. Se trataría de extrapolar el 25 de julio a todos los festivos del año, en efecto Santiago Apóstol es fiesta de precepto en España pero es día laboral.

Pero mientras se les ocurren estos caminos más francos, el Gobierno español lo único que desea es tocarle las narices a la Iglesia. Por ejemplo, uno de los sectores más pujantes de la economía española son los penales. Tenemos tantos presidiarios que no damos abasto, así que estamos construyendo nuevos penales, nuevas cárceles, como locos. Pero, eso sí, estamos hablando de cárceles progresistas. Y así, los catorce nuevos centros programados, tres de ellos ya en construcción no tendrán capilla pero sí menú musulmán. Es lo mismo que ocurre en los colegios, donde se suprimen los anticonstitucionales crucifijos pero, la minoría musulmana exige catering sin alimentos prohibidos por el Corán, así como la asistencia de sus hijas a los colegios con sus correspondientes indumentarias islámicas.

Al mismo tiempo en todo tipo de instituciones, hospitales, aeropuertos, hoteles se retiran los símbolos religiosos y los oratorios, sustituyéndolos por habitáculos multiusos para cualquier tipo de credo religioso. No olvidemos que el Nuevo Orden Mundial (NOM) no es ateo, sino cristófobo. Es decir, que la nueva progresía es de lo más pío, partidaria de una nueva religión universal de carácter ecléctico, donde lo mismo da ocho que ochenta, la cruz que la media luna y el amor de Cristo que el panteísmo.

Naturalmente ninguna de estas medidas tiene por objeto atacar a la Iglesia, tampoco las famosas resoluciones para recuperar la memoria histórica es sabido que el alzheimer es la enfermedad de nuestro tiempo- y para la revisión de la Segunda República, Guerra Civil y Franquismo. Por ejemplo el último anuncio progubernamental en pro de la concordia es la petición a la Iglesia de que elimine los símbolos franquistas. Así lo ha filtrado Zapatero a su periódico favorito, El País, que ha llevado a portada tan importantísima información para el futuro del Universo. Y así, mientras la televisión pública no deja de informar de los apóstatas a los que la Iglesia no borra de los libros bautismales, la ley de Zapatero y De la Vega exige que las iglesias retiren de sus fachadas y puertas los nombres de los caídos por Dios y por España.

Habrá que volver a insistir en que una democracia no es sólo un conjunto de sistemas sino un conjunto de virtudes. La Segunda República fue un sistema democrático, pero de la virtud del respeto a los derechos humanos y a las libertades individuales, por ejemplo a la libertad religiosa. Vuelve a darse aquí la manipulación del Santiago Matamoros, sólo que con cargo a la Segunda República. Habrá que repetirlo : si la democrática Segunda República no se hubiera dedicado a encarcelar, torturar y asesinar a católicos, -clericales y seglares- Franco no hubiese ganado la guerra, ni hubiese permanecido en el poder.

Por cierto, el zapaterismo no quema iglesias pero reproduce con el Boletín Oficial del Estado en la mano la persecución de 1931. No sólo se persigue a personas, sino a objetos sagrados. Se busca la desaparición misma de todo lo que evoque a Cristo. En definitiva, se busca aniquilar la libertad de culto. Y no olvidamos que las libertades públicas son externas. En otras palabras, el Estado no tiene que proteger la libertad de pensamiento, porque esta es de suyo inviolable hasta que se concreta en un libro o un periódico, de la misma forma la libertad religiosa es de suyo inviolable, por lo que su reconocimiento constitucional casi es una obviedad, lo que el Estado está obligado a defender es la libertad de culto que es externa y conlleva la libertad de la Iglesia para realizar su tarea evangelizadora. No olvidemos que el cristianismo es una religión muy materialista. Por ejemplo durante la República y la Guerra Civil de muchas iglesias españolas se retiraron los santos y se enterraron en lugares desconocidos las imágenes sagradas para que no fueran profanadas. Aún así, fueron muchas las vírgenes fusiladas (una de ellas la que se venera en la Ciudad Universitaria de Madrid) por los muy demócratas republicanos de la muy demócrata Segunda República.

Los nombres que figuran en las paredes de muchas iglesias españolas, supongo que con las correspondientes excepciones, murieron no por la defensa del franquismo, que entonces no existía, sino por la defensa de su fe. De hecho, y esta es la gran mentira de Zapatero, franquismo y fascismo, no pueden equipararse, gracias a la influencia de la Iglesia en el Régimen nacido del golpe de Estado del 18 de julio. Es más, el componente fascista del régimen, representado por el sector más nazi de la falange fue reducido al silencio o a la marginalidad por el propio dictador, que afirmaba: ¿Cómo voy a ser nazi si soy católico?. Es más, ese grupo pronazi de la Falange estaba representado por personajes tan poco cristianos como el general Yagüe, Laín Entralgo o Antonio Tovar.

Bastan unos escasos conocimientos históricos para desmontar toda la estafa programada por Rodríguez Zapatero y Fernández de la Vega en pro de la memoria histórica. Sólo que si no se poseen esos conocimientos, volveremos a repetir el guerracivilismo de 1931. Y si no llegamos a las manos, es porque somos menos coherentes pensamiento débil- y vivimos mucho mejor aburguesamiento- que en 1931. El odio a la iglesia de Zapatero es el mismo que el de los socialistas de 1931; lo que han cambiado son la circunstancias.

Mientras tanto, que viva el señor Santiago, patrón de España.

Eulogio López