Traducido a pesetas, hablamos de 6.000 millones. No está mal por una piscina que don Emilio Botín, presidente de Santander Central Hispano (SCH), se hizo construir en la sede de la Plaza Canalejas. Sí, en la misma sede. La cosa fue así: tras la fusión entre Santander y Banco Central Hispano, Emilio Botín se reservó la cuarta planta (2.500 metros cuadrados) del vetusto edificio, 100 años de antigüedad. Algo más de la décima parte de la planta se destinó a construir una piscina de más de 25 metros de largo, que sólo don Emilio iba a utilizar (y sólo don Emilio utiliza).
36 millones de euros no son nada, si conseguimos que el banquero más famoso del país pueda mantenerse en forma, cuerpo y mente para afrontar los grandes retos que se le presentan cada día. Hasta que llegó aquel nefando día (fíate de las contratas y verás), cuando los empleados de la planta tercera se vieron sorprendidos por una infernal gotera, cuyo origen desconocían. No eran aguas fecales, sino bellas e irisadas aguas cloradas.
La verdad es que don Emilio ya tenía otra piscina, en la sede del Santander en Castellana 24 (otrora casa lenocinio y ahora efigie de la modernidad financiera), en el último piso. Segundo despacho de don Emilio... y piscinón.
Y ambas se quedan cortas, si las comparamos con la que se está proyectando en la localidad madrileña de Boadilla del Monte, futura sede social, y donde todos los empleados de la Corporación podrán comprar, pasear, aparcar, vivir... todo, salvo utilizar la piscina de don Emilio.
Pero los afanes deportivos del primer banquero de España no terminan ahí: natación y golf, por ese orden. Resulta muy complejo, hasta para los mejores técnicos en construcción, producir campos de golf en el interior de los edificios. Al parecer, esta modalidad deportiva exige espacios abiertos. En cualquier caso, entre piscinas y campos de golf, hay que reconocer la aportación de don Emilio al deporte nacional, algo nunca desdeñable.
Y todo esto es bello e instructivo, especialmente tras conocerse el desayuno que los dos grandes banqueros españoles, Emilio Botín y Francisco González, compartieron en vísperas de Navidad para "darle un repaso al sector". La verdad es que 'Emilio Piscinas' ha aceptado el encuentro con FG porque algo se mueve en España. Hasta ahora, Botín ha despreciado, con encantador espíritu ausente, a Francisco González, al que siempre ha considerado un bolsista venido a más por pura carambola política. Botín sólo siente envidia por un colega, y ese colega se llama Luis Valls.
Sin embargo, la red del BBV, heredada por Francisco González, tras su 'golpe de Estado' contra Neguri, no era cosa de risa (ahora puede serlo un poco más, pero no entonces), por lo que convenía tomar en consideración a BBVA. Al final, SCH ha conseguido incluso situarse a la par en solvencia y rentabilidad (algunos dicen que ya ha tomado la delantera) con el BBVA, pero eso no es lo que preocupa a don Emilio y a FG. Lo que realmente les preocupa es que aquí los ganadores son los bancos que ellos llaman medianos (por ejemplo, Popular o el propio Bankinter) y, sobre todo, las cajas de ahorros. Y con las cajas no vale el cuento del tamaño: cuanto más grandes, resulta que son más rentables.
En definitiva, los bancos españoles no están en crisis, pero podrían llegar a estarlo si continúan perdiendo cuota de mercado y sirviendo para enseñar a las cajas de ahorros qué es lo que no deben hacer. La verdad es que la noticia del desayuno compartido suena fatal: suena a intereses colusorios, suena a los empresarios de Adam Smith pactando precios en los salones de los restaurantes londinenses, suena a los ricos, siempre preocupados por ordenar la vida de los pobres, es decir, de todos los demás.
La verdad es que el diario El País se ha marcado una gran exclusiva. Afirma Íñigo de Barrón, el autor de la información, uno de los mejores periodistas bancarios españoles, que se habló de fusiones transfronterizas, de cajas de ahorros y del negocio en Iberoamérica. Seguramente sí. Un desayuno, aún en alguien tan frugal como 'Emilio Piscinas', recibiendo a alguien tan frugal como 'FG Gimnasios', ofrece mucho tiempo para las cuerdas vocales y poco para las mandíbulas. El presidente del BBVA es un amante de la buen forma física. Así, junto a su despacho en la Torre de Castellana se hizo construir un espléndido gimnasio. Los banqueros de hoy prefieren las instalaciones deportivas a los restaurantes, y esto nos preocupa mucho.
En cualquier caso, tenemos la sospecha de que Emilio Botín no está pensando en fusiones transfronterizas. O sí, pero como segundo plato. Botín es uno de los conversos a la nueva teoría de que primero hay que fortalecerse en casa y a continuación, pero no antes, empezar a comprar en Europa previo acuerdo político. Lo que es tanto como decir: sólo un banco español puede aspirar a ser paneuropeo, no dos. Y ese quiere ser Botín.
Lo diremos de otra forma: lo que Botín anhela es comerse al BBVA en una gran fusión internacional y luego tomar la cuota política (perdón, cuota de mercado) que le corresponda en Europa tras el conveniente acuerdo político.
Es decir, que mucho nos tememos que Emilio Piscinas no estuviera pactando un pacto de no agresión con FG, sino tomándole las medidas a su propia víctima. Una fusión entre SCH y BBVA no es posible con Rodrigo Rato, pero sí resultaría más sencillo con Mariano Rajoy.