La semana que cerró el mes de abril ha resultado trágica para la economía española. Especialmente porque el viernes nos enterábamos de que en España hay 4,91 millones de desempleados, más del 21% de la población activa. Mientras, los países de nuestro entorno no alcanzan el 9. Encima estamos en estanflación: no creemos y nuestra inflación (3,8) supera en un punto largo a la media de los pases europeos. En consecuencia, seguimos siendo un país importador, que crea empleo fuera.
Por tanto, no basta con las famosas reformas. España está quebrada y eso sólo se arregla modificando todo el sistema, cambiando de modelo económico.
Aprendamos de los países de nuestro entorno Alemania, Francia e Italia son los que mejor han superado la crisis. Lo que tienen es común es que los tres han cuidado con mimo su tejido industrial, mientras el español que triunfaba ya estaba pensando en vender su empresa, italianos, francos y germanos las han protegido, no por nacionalismo económico sino porque saben que las grandes empresas, especialmente en sectores clave, toman las decisiones de inversión allá donde se reúne su Consejo de Administración. Por contra, en España parece que todo el objetivo es vender, coger el dinero y correr hacia el rentismo.
Somos un país mediterráneo con mentalidad anglosajona, es decir, enamorados de los mercados financieros. Como Reino Unido o Estados Unidos. Y así nos va.
Al mismo tiempo hemos convertido la agricultura, ganadería y pesca en una actividad marginal. La normativa, tanto europea como nacional, sólo ha servido para que los españoles huyan del medio rural y éste se desertice. No tiene por qué ser así, por supuesto, pero eso es lo que hemos logrado.
Al mismo tiempo, hay que crear un país de profesionales, autónomos y micropymes. Es decir de los trabajadores -o empresarios, igual me da- más eficaces de todos, pequeños propietarios que cuidan su pequeña propiedad. La fiscalidad española no distingue entre pequeños y grandes y ya se sabe que la igualdad de los desiguales es otra desigualdad, sobre todo, otra injusticia.
Con esas cifras de desempleo la única salida es poseer la propia máquina de facturar. Ya no es noticia que alguien afirme que para salir de la crisis hay que favorecer a los emprendedores. Favorecerles no ahogarles antes de que puedan desarrollarse.
Este cambio de modelo va más allá de las actuales reformas. Exige reformar las mentalidades, especialmente de la clase política, siempre abonada a los oligopolios, a las grandes empresas y a la gran banca. Pero ni la gran banca ni la gran empresa pueden crear empleo. Es más, están llamadas a destruirlo, ante una competencia internacional cada vez más agresiva. La única forma de crear empleo es el cuentapropismo, el trabajador por cuenta propia. Pero para eso hay que dejarle crecer.
Eulogio López
eulogio@hispanidad.com