En cifras rápidas, la digitalización nos ha hecho pasar de seis canales a cuarenta pero bajo el reparto ZP: los que antes tenían uno ahora tendrán cuatro u ocho... más mis amigos de Mediapro-La Sexta, a los que regaló el último analógico para que pueda tener ahora cuatro (por cierto, a RTVE se le regalan ocho). Es decir, que hay más canales pero son propiedad de los mismos. Además, les permito fusionarse para que, de este modo, puedan ganar más dinero haciendo telebasura y, de paso, contento a la prensa de derechas, El Mundo y ABC, los dos miembros del oligopolio sin TV de alcance nacional.
Además, impongo una tasa radioeléctrica y le quito la publicidad a RTVE para que se la repartan los privados. Además, permito la agrupación de producción y distribución y permito las fusiones entre los nuevos concesionarios a ver si de una vez terminamos convirtiendo el oligopolio en duopolio. Y aquí todos calladitos, empezando por la Comisión Nacional de la Competencia (CNC).
Por eso, el único incremento de pluralismo viene de cuando se realquila un canal a un nuevo invitado al banquete televisivo. O sea, como el chiste, pagando al concesionario, a quien el Gobierno se lo ha regalado. Eso es lo que ha ocurrido con el nuevo Canal 13, iniciativa de Alejandro Samanes, el fundador de Popular TV. Lo de Popular TV, primo hermano del nuevo Canal 13 y hasta cierto punto satélite del mismo, tiene su enjundia.
En efecto, la gente tiende a confundir canales locales y nacionales. Nada tiene que ver el uno con el otro. Los importantes son los segundos, porque las cadenas de TV locales tienen unas zonas tan grandes de sombra que compiten con los nacionales con un mano atada a la espalda. No obstante, de las tres grandes cadenas de TV digital locales -Localia (PRISA), Vocento TV (ABC y Popular TV (COPE)-, la única que sobrevivió fue la más pequeña, la que contaba con más zonas de sombra, la dirigida por Alejandro Samanes.
Por tanto, bienvenida sea Canal 13. Aunque la COPE sea accionista minoritario, el ideario del nuevo convidado a la aventura puede ser la primera TV de alcance nacional con un ideario cristiano. Cristiano, que no pepero, que es cosa distinta salvo para aquéllos que piensan que si echamos a Zapatero España se recristianizará.
Porque, naturalmente, la explosión digital ha sido dirigida por el Zapaterismo con un solo objetivo: repartir los canales entre la izquierda progre (con El País como paradigma) y la derecha progre (con El Mundo como arquetipo). El caso Berlusconi y su Tele 5 es especial: como ya hemos dicho, el pacto de Mediaset con el PSOE viene del felipismo y es muy sencillo: El derechista don Silvio manda en Tele 5 pero los informativos son filosocialistas (a Il Cavaliere no le importa promocionar el socialismo español, otra cosa será promocionar al socialismo italiano).
Dicho de otra forma, en el reparto que el Zapatismo ha hecho del medio informativo más poderoso, han entrado la derecha y la izquierda progre: los únicos que se han quedado fuera han sido los medios cristianos.
Por tanto, bienvenido sea Canal 13, canal cristiano no pepero, esto es, no perteneciente a la derecha pagana.
Eulogio López
eulogio@hispanidad.com