Continúa la tensión en Ucrania. A la violencia de los últimos días hay que sumar la confusión y la guerra informativa.
Los medios rusos han querido hacer creer que los manifestantes y el Gobierno de Yanukóvich están al mismo nivel. Incluso que los que han tomado las armas en la plaza de Madian son neonazis.
Cierto que la violencia a la que han recurrido los protagonistas de la protesta no tiene justificación alguna. Hay sin duda extremistas pero son una pequeña minoría.
La inmensa mayoría del pueblo ucraniano está rechazando de forma pacífica una política que ha provocado a un altísimo nivel de corrupción y de injusticia. El país ha sufrido una sangría migratoria que ha provocado la salida de 7 millones de personas.
Yanukóvich ha preferido buscar la protección de Rusia antes que el acercamiento a la Unión Europea porque Bruselas le hubiera exigido realizar importantes reformas que no que quiere acometer.
El grave problema es que Putin sigue acariciando el sueño de la Gran Rusia con pretensiones imperiales. Por eso es decisiva la presión que ejerza la Unión Europea en los próximos días, para evitar cualquier tentación de una intervención rusa. Europa, como desgraciadamente es habitual, se ha pronunciado tarde.
Pero debe adquirir mayor protagonismo, en coordinación con Estados Unidos, para frenar cualquier sueño que pueda tener Putin de convertirse en un poder en la sombra en Ucrania. Acabados los juegos de Sochi habrá que esperar a ver que pasa.
Jaume Catalán Díaz