Hasta el 29 de enero tienen las dos plataformas de TV de pago, la del grupo PRISA y la de Telefónica, para aceptar o rechazar las condiciones impuestas por el Gobierno para su fusión. En principio, la fusión sí se va a realizar, a pesar de que tanto Jesús Polanco como César Alierta despotrican contra la congelación de tarifas y contra la prohibición de mezclar la emisión actual, vía satélite, con la tecnología ADSL, donde Telefónica es líder. Dos de las condiciones impuestas por el Gobierno y que, dicho sea de paso, resultan bastante lógicas.
Pero eso son problemas salvables. Donde están atascados Prisa y Telefónica, es en la pasta, naturalmente, que no en vano estamos hablando de la sociedad de la información y la industria cultural. Y es que aquí ni novio ni novia aporta dote, sino deudas. Por ejemplo, el novio CSD, aporta al matrimonio (pareja de hecho, que estamos hablando de El País), una deuda de más de 650 millones de euros. Vía Digital aporta unos 100 millones de euros menos. Es decir, estamos hablando de una deuda viva total de 1.200 millones de euros. A eso habría que añadir, aproximadamente, un 50% más de esa cantidad, que es lo que costará la reestructuración de la empresa resultante.
¿Y cómo se financia eso? Pues como siempre: o con fondos propios o crédito bancario. Telefónica tiene más músculo financiero y estaría dispuesta a ir a la ampliación de capital. A PRISA le conviene más el crédito bancario.
El resto no importa, salvo que Telefónica desea una solución rápida, pues de ello depende su otra asignatura pendiente en materia de comunicación: la venta de A-3 Tv y Onda Cero.