La universalidad del voto utilizado por un solo partido cuando hace prevalecer ese voto para imponer su autoridad, reduce a inevitablemente a todos los demás a la esclavitud y a la imbecilidad, porque convierte a sus votantes en déspotas involuntarios, esos votantes seres reales que viven, trabajan, aspiran, sufren y confiaron, ahora engañados por la utilización tiránica del voto, doblemente despótica esta utilización por utilizarlo contra sí misma y contra del resto de la población que no les votaron, casi un 70% del electorado.
Consideran al pueblo como un rebaño, y sus esquiladores (el Gobierno), utilizan la lana (los impuestos) para sus amos (el capital).
Impone una Reforma Laboral cuasi medieval, recortes en Sanidad y Educación, aumenta tarifas en transporte, público, luz, gas, IRPF, mientras los bienes, las rentas, los privilegios políticos del gran capital son intocables o amnistiados, el aumento de tarifas no les afecta, incluso les desgrava como coches de empresas u oficiales en muchos casos o incluso como gastos de su vivienda, oficina, fabrica, negocio, desvían fondos para no pagar IRPF y los políticos con una desgravación distinta.
Entre esta situación y la que llamamos bienestar social, hay un abismo, o como dijo Bakunin, "habrá bajo formas nuevas, la antigua opresión y la antigua esclavitud, y allí donde existe esclavitud, están la miseria, el embrutecimiento, la verdadera materialización de la sociedad, tanto de las clases privilegiadas como de las masas".
Necesitamos otro tipo de Estado, uno que sea realmente representativo, no la bipolaridad actual, donde una casta política con un puñado de votos gobierna en representación de todos.
José Enrique Centén Martín