Entre los defensores de la vida en el mundo hispano han saltado las alarmas por el discurso con el que Michelle Bachelet tomaba posesión de la Presidencia de Chile. Dos han sido los objetivos que e ha marcado la socialista heredera de Ricardo Lagos: crear un Estado del Bienestar y profundizar en la democracia. Nada que objetar al primero, que si algo necesita el mundo hispano es crear un mínimo Estado del Bienestar, asegurar una serie de prestaciones públicas, especialmente sanitarias, para los más desfavorecidos.
Es lo de la profundización en la democracia lo que preocupa, y mucho, a quienes defienden que el mayor enemigo de los derechos humanos en el mundo actual es el imperio de la muerte. Es Porque es sabido que Bachelet es una feminista que si puede introducirá el aborto en Chile, aunque sea por la puerta de atrás, como está haciendo Kirchner en la Argentina.
Y es que lo de profundizar en la democracia es uno de los eufemismos favoritos del Imperio de la Muerte, que intenta que el aborto se generalice en Chile con los democristianos, socios de los socialistas, en el poder. Si lo consigue, Bachelet habrá introducido a Chile en la geografía de la muerte y habrá dado un paso más en la disolución del ideario democristiano que, desde la última postguerra mundial, no levanta cabeza.