¿Un éxito de Zapatero el Consejo Europeo? ¿Conseguir que cese la campaña de descrédito contra la economía española, una campaña falsa, difamadora, iniciada en Alemania, puede considerarse un triunfo? ¿Un éxito cuando la deuda española se vende a precio de oro, es decir que pagamos nuestra capacidad de endeudamiento a precio de onza? Es como si un secuestrado asegurara haber triunfado porque sus raptores le mantienen preso pero ya no le torturan.

Y si ampliamos el punto de mira, ¿un éxito el Consejo en sí? ¿Éxito paneuropeo? ¿De verdad? Uno diría que lo único que ha quedado claro es que la crisis del euro ha consagrado los egoísmos nacionales. Se ha impuesto definitivamente el espíritu Maastricht: los países ricos de Europa ya no ayudan a los pobres, sólo les examinan, no para transferirles fondos sino para permitirles endeudarse más. Por decirlo de otro modo, al hambriento no le dan pan pero le proporcionan más soga con la que ahorcarse.

Otrosí: 33 meses de crisis les ha costado a los líderes europeos darse cuenta de que la especulación financiera, así como el sobreendeumiento, han sido los culpables de la recesión más importante desde la Gran Depresión. Y tras este lentísimo aprendizaje, caen en la cuenta los líderes europeos son así de espabilados- de que hay que cortarles las alas a los culpables. ¿A los especuladores? No, a los banqueros.

Pues valiente tontuna. El espíritu de venganza nunca es buen consejero. Casi todos los especuladores son banqueros pero no todos los banqueros son especuladores. Imponer una tasa, genérica, a la banca, es una memez: James Tobin no quería gravar a la banca, que hace cosas muy buenas, sino sólo a sus actividades especulativas. Conceder una hipoteca, el descuento comercial o el crédito a la inversión son actividades espléndidas. Por el contrario, derivados, paquetizaciones, la mayoría de las fórmulas de capital riesgo, las ventas a pérdidas, etc., son actividades especulativas que sí hay que sancionar. No para recaudar, sino para desanimar al especulador.

En general, no me gustan los impuestos porque, como su mismo nombre indica, vienen eso, impuestos. Es decir, constituyen una merma de libertad y la libertad es algo demasiado hermoso. Pero, al menos que no se trate de impuestos indiscriminados, que golpean lo bueno y lo malo, sin distingos. Una tasa bancaria genérica es lo cómodo, pero lo cómodo no tiene por qué resultar justo.

Eulogio López

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