Yo también estoy a favor de la supresión por vía de ley de los blindajes estatutarios. En efecto, no puede ser que quien posee el 70% de una compañía sólo pueda ejercer control político, votos, por un 10%. Hasta ahí todo bien.

Eso sí, las leyes no son principios morales, por su propia naturaleza, universales. No, varían según el tiempo, lugar y su relatividad, que su relativismo, consiste, precisamente, en que no deben contrariar la ley natural, los principios inmutables.

En otras palabras, la supresión de blindajes es buena, pero tengo mis dudas sobre su aplicación en España en estos momentos.

En primer lugar, porque la Unión Europea está provocando la formación de oligopolios en sectores clave. Por ejemplo, los mercados financieros, por ejemplo los bancos, por ejemplo las empresas de energía, por ejemplo, las telecomunicaciones, por ejemplo, la televisión. Franceses, alemanes, británicos e italianos, principalmente, compiten por quedarse con todas las joyas de la corona. Los franceses y los trasalpinos con la caradura inmensa de utilizar empresas estatales -por tanto, no opables- para comprar compañías privadas en el país vecino. El caso Endesa es sintomático: la estulticia del Gobierno Zapatero, la caradura de los Entrecanales y la ambición italiana hizo que quien mande ahora en Endesa sea Silvio Berlusconi.

En especial, franceses y alemanes están controlando a 27 países miembros de la Unión Europea, en especial en el ámbito empresarial. Un lamentabilísimo proceso de concentración empresarial está creando una Europa de los oligopolios, en lugar de una Europa plural. Esto en economía, en el mundo del pensamiento el mismo proceso de concentración nos lleva al peligroso pensamiento único, pero dejemos eso.

Por eso temo que el blindaje, medida defensiva frente a la prepotencia franco-alemana, algo menos de 140 millones de habitantes controlando a más de 500.

Ahora bien, el presidente de Repsol, Antonio Brufau, apunta otra idea: bien por el principio de una acción un voto, pero conviene tener cuidado, no vaya a ser que la supresión de los blindajes sirva para que los oligopolistas controlen una sociedad con el 20% de los votos sin necesidad de lanzar un OPA. Porque, si eso ocurre, una norma pensada para defender al pequeño accionista, redundaría en perjuicio de éste último.

Que la propuesta socialista sobre supresión de blindajes haya suscitado el entusiasmo de Florentino Pérez y el cabreo de Ignacio S. Galán ya da una pista de qué es lo que realmente está en juego.

Añado algo más: muchas de esas compras de las llamadas participación de control se han realizado de forma apalancada. Con la crisis, algunos de los tiburones, por ejemplo el mencionado Florentino Pérez, han sentido la tentación de utilizar los activos de la empresa comprada para pagar el crédito bancario con el que han obtenido dicha empresa. En definitiva, ni crean riqueza -que ya estaba creada- y encima la destruyen, dado que empequeñecen la compañía para pagar sus deudas.

Ésta es la cuestión.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com