El ministro de Economía, Pedro Solbes, ha anunciado que realizará un plan de choque contra la inflación. Su programa consiste en analizar la evolución de los precios de los sectores considerados más inflacionistas: restauración, servicios hoteleros, vestido y calzado. O sea, los mismos sectores a los que su antecesor Rodrigo Rato culpabilizaba de generar tensiones inflacionistas.
Solbes no ha renunciado a mantener como previsión de inflación para el año 2005 el objetivo marcado por el Banco Central Europeo (BCE) del 2%. Pero sabe que ese objetivo es imposible cuando la interanual marca el 3,3%, así que se dispone a meter el bisturí de los precios en una economía de mercado. ¿Cómo se digiere esto? Sencillamente, no se digiere. Solbes sabe que no tiene ningún margen para fijar precios. Pero sabe también que si los elevados precios obedecen a un acuerdo de concertación, deberá de ser el Tribunal de Cuentas quien conozca y sancione. ¿A qué espera?
Tampoco se entiende bien la amenaza de internacionalizar más la economía para que la presencia de operadores extranjeros impulse la competencia. La economía española es ya perfectamente abierta. Por lo demás, en cuanto al turismo, la misma conciencia de crisis del sector frenará la escalada de los precios. El sector ha empezado a caer en la cuenta de que no puede ahogar la gallina de los huevos de oro con precios elevados y servicios mantenidos. La competencia es creciente, la información transparente y el consumidor eficiente. La crisis de este verano será mucho más dinamizadora para acortar el crecimiento de los precios que las poco veladas amenazas del señor ministro.