El primer ministro portugués, José Sócrates, acumula unos cuantos incumplimientos de sus compromisos institucionales. Comenzó vinculando el resultado del referéndum del aborto al progreso económico del país. Como si el fantasma de la constitución y del aborto impidieran crecer a una economía amenazada de ‘estancflación'. ¿Por qué no hacer los deberes en lugar de buscar responsables donde no los hay?
Ahora señala que "hay que escuchar la voz de los votantes" y que llevará al parlamento la Ley sometida a referéndum a pesar de que la gran triunfadora ha sido la abstención, con un nivel de participación del 43,6%. El compromiso es que el referéndum sólo sería vinculante si la participación superaba el 50% de participación. Pero da igual. Sócrates coge carrerilla de su homólogo Zapatero y aplica rodillo de la voluntad de poder por encima de cualquier otra consideración.
Pero es que además, Sócrates señala que con la Ley de plazos, "el aborto dejará de ser un crimen", apelando al mensaje propagandístico lanzado por la izquierda durante todo el referéndum: evitar que ninguna mujer sea encarcelada por el aborto. La realidad reconocida por el ministro de Justicia es que ninguna mujer ha entrado jamás en la cárcel acusada de aborto provocado. Pero da igual: miente, que algo queda.