Se ultiman las fusiones Tele 5-Cuatro y A3 TV-Sexta. Cada uno de ellos dispondrá, por el momento, de ocho programaciones, pero recibirán más. El oligopolio informativo de cuatro grandes grupos -ahora dos- pretende, asimismo, el monopolio publicitario y de derechos de retrasmisión.
Una década después del inicio de la TV privada en España, llamada a multiplicar el pluralismo informativo, se ha vuelto a los tiempos del Franquismo. Con la casi inminente fusión entre Antena 3 TV y Mediapro-La Sexta, y con la aún más inminente fusión entre Tele 5 y Cuatro, volvemos a tener dos televisiones en España. Dos televisiones que, además, sobre todo por la vía de PRISA y de Mediapro, poseen la parte del león de los derechos de retrasmisión. Y una tercera pata para este oligopolio, casi duopolio: el publicitario, en algo que supuestamente despertará el interés de la Comisión Nacional de la Competencia (CNC). Todo ello al tiempo que la TV pública les deja el campo libre a los miembros del oligopolio al ser obligada por el Gobierno Zapatero a renunciar a la propaganda.
La digitalización estaba llamada a multiplicar el número de voces en TV: ha sucedido justamente lo contrario, por mor de la alianza entre el poder político (es más fácil negociar con cuatro que con cuarenta) y los señores de la prensa. Se crea así un espejismo de pluralidad.
¿Quiénes forman el oligopolio? Los miembros del oligopolio televisivo son: Tele 5 (es decir, Berlusconi), Cuatro (es decir, los Polanco y Juan Luis Cebrián), La Sexta es decir, el asesor de ZP, José Miguel Contreras y Jaume Roures y Planeta (José Manuel Lara). Si hablamos del oligopolio informativo total, habrá que añadir a Vocento y RCS-El Mundo.
El oligopolio televisivo pretende, además, el control de los derechos de retrasmisión de productos audiovisuales (especialmente los grupos socialistas PRISA y Mediapro) así como el monopolio publicitario, dado que los fusionados se disponen a ofrecer a los anunciantes paquetes conjuntos. Dicho de otra forma: expulsar a los pequeños, pongamos Popular TV, Intereconomía o las autonómicas, además de quebrar el libre mercado, pues es evidente que las audiencias de los nuevos canales no son las mismas.
Los dos grandes grupos tendrán, por el momento, ocho programaciones distintas, para que puedan explotar tanto la TV en abierto, vía publicidad, como la TV de pago. Encima, el Estado piensa otorgarles nuevas licencias, coincidiendo con el apagón analógico del próximo mes de abril.
Puede decirse que el pluralismo informativo, base de la democracia, se derrumba en España.
Eulogio López
eulogio@hispanidad.com