En el caso de la etarra Maite Aranalde fallaron los jueces y falló la policía.
Genio y figura: el ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, conocido como Rasputín, se plantó ante los periodistas y, sin despeinarse, aseguró que los jueces daban las órdenes de libertad y la policía las cumple. En otras palabras, que él, responsable de las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado, no tenía ninguna culpa en la fuga de la etarra Maite Aranalde.
Por supuesto, es mentira. La policía esta obligada a cumplir las órdenes del juez de dejar en libertad a Aranalde, pero podía vigilarla allá donde fuera. De hecho, la vigilaba, sólo que huyó el domingo de su domicilio. Por mucho menos de eso, otro, menos caradura, habría presentado la dimisión, pero Rubalcaba no. Rubalcaba considera que como las órdenes de libertad las dan los jueces, su Ministerio no es responsable de nada.
Es más, el asunto le ha servido para recuperar a Baltasar Garzón para la causa socialista. Garzón vuelve a ser el héroe que se enfrenta al juez Velasco, que declaró la libertad. Es el mismo Garzón al que Rubalcaba quería echar porque le considera demasiado vanidoso para ser controlado. Y hasta llegó a pactar con Federico Trillo, portavoz popular de Justicia, que ascendiera a presidente de la Audiencia Nacional y se dedicara a cocer venganzas entre jueces en un cargo, antes que otra cosa, administrativo.
Por contra, ahora Rubalcaba ha recuperado a Garzón. El ministro de ZP sabe perfectamente cómo aprovechar la vanidad, tirando a enorme, del magistrado.