"El Santander no está de compras", decía Emilio Botín a las 12,30 horas de la mañana del miércoles 29. Considera que no sería bueno para sus accionistas la compra de un banco europeo, idea que, desde luego, no comparte con su colega FG, del BBVA. La verdad es que la banca europea es un desastre, porque vive en un entorno de tipos bajos y porque está poco mecanizada (sí, en comparación con España, muy poco).
Es verdad lo que dice Botín: la banca europea es cara. Para el cántabro la solución no está en fusiones ni en absorciones, sino en algo más simple: en alianzas. Como él afirma, "En 1988 acordamos una alianza con el Royal y ya entonces quedó clara una cosa: la sede del Royal es Edimburgo y la del Santander está en Santander".
¿Qué significa eso? Pues significa que Botín es muy consciente de que preside un banco familiar, como lo es que su única mano derecha, hoy y mañana, deberá apellidarse Botín. Ahora bien, también sabe que la familia dispone de un porcentaje del accionariado que no alcanza el 3%. Por eso prefiere las alianzas a las fusiones, al menos, mientras las fusiones no puedan ser absorciones. ¿Qué les parece una alianza más clara, más nítida, con intercambio accionarial incluido, entre el Royal Bank británico, el Bank of América (Norteamericano y que siempre ha mirado al Pacífico, hacia Asia) y el hispano SCH? Eso sería en verdad, un banco global. Eso sí, jurídicamente independiente y con tres sedes: Edimburgo, San Francisco y Santander.