Un estudio de la Asociación para la Seguridad Genética y el Instituto Severtsov, adjunto a la Academia de Ciencias de Rusia, realizado en 2010 en una población de hámsteres Campbell, detectó retrasos en el desarrollo y crecimiento en aquéllos alimentados exclusivamente con transgénicos.
Según Alexandr Baránov, la esterilidad de la segunda generación de hamsteres es la más grave consecuencia de su consumo. Recientemente, el investigador Eric Seralini, de la Univ. francesa de Caen y sus colegas, comprobaron que las ratas alimentadas con una dieta de NK603 -semillas modificadas genéticamente- o a las que se dio agua que contenía niveles Roundup, insecticida asociado a las mismas, sufrieron tumores mamarios, daños severos en hígados y riñones. El 50 por ciento de los machos y el 70 por ciento de las hembras murieron de forma prematura.
Es sorprendente que estos resultados, no sólo no hayan provocado la prohibición mundial de los OMG, sino que en países como Paraguay, el mismo presidente les acabe de dar la bienvenida.
Por su parte, la Academia Pontificia Vaticana de las Ciencias, tampoco ha tomado en cuenta la peligrosidad de estos cultivos pronunciándose, ignorantemente, a su favor.
María Ferraz