Por supuesto, en España no hay megacajas

Hay entidades que son demasiado grandes para dejarlas caer. Otros consideran que son demasiado grandes para poderlas ayudar. Finalmente, otros concluyen que sencillamente son demasiado grandes. Así que Quintás se convierte a lo pequeño es hermoso y propone medidas para controlar el tamaño de los megabancos. En primer lugar: exigirle un plan de funeal, es decir, un plan anual de medidas que habría que tomar en caso de ser necesaria su intervención. Eso permitioría darle una enorme fuerza al supervisor que muchas veces le tiembla la mano y le obligaría a la entidad a enfrentarse a la realidad.

La segunda exigencia sería internalizar las deseconomías internas con mayor exigencias de capital y de liquidez como incentivo para no seguir creciendo. Incluso llega sugerir la posibilidad de establecer directamente límites al crecimiento, bien absolutos, bien como topes a la cuota de mercado o con incentivos adicionales.

¿Esta teoría debería de aplicarse también en España?, le preguntamos. Por supuesto, es válido para España como a nivel internacional y las entidades todo el mundo saben cuáles son bien por su tamaño o por su complejidad o diversificación territorial. O sea, no da nombres, pero está claro que se refiere a Santander y BBVA.

Por su parte, el presidente de la AEB, Miguel Martín, responde que el problema no es tanto el tamaño como la complejidad diseñada con fines de arbitraje regulatorio o elusión fiscal. En opinión de Martín, lo relevante es que haya mecanismos legales que permitan que ante un riesgo sistémico el regulador se pueda hacer cargo de una entidad demasiado grande. Porque ocurre que los bancos grandes y globales cuando entran en crisis, es el país de la sede social el que se tiene que hacer cargo del muerto. Es decir, Martín es partidario de una regulación, pero no de unas exigencias suplementarias de capital y liquidez.