Mal debe andar el mundo cuando hay que defender las tautologías. Una tautología es que los bancos privados, o las deudas de los países quebrados, hay que dejarles quebrar. En Europa, el Plan de Competitividad del Eje Berlín-París, por ese orden, que Merkel y Sarkozy pretenden imponer a 27 países, no es más que castigar a 500 millones de ciudadanos europeos, de 27 países, en beneficio de los especuladores que, una vez cubiertas sus necesidades primarias, aún les queda dinero para invertir en bolsa. En lugar de dejar quebrar a los bancos quebrados y proteger los depósitos del ahorrador, que no del inversor, en lugar de dejar quebrar las deudas soberanas, se les ayuda con fondos públicos pagados por los impuestos de todos los ciudadanos. Es decir, todos los contribuyentes, ricos y pobres, deben salvar las pérdidas de los ricos que especulan en los mercados financieros, en las bolsas.
No sólo eso sino que para pagar las pérdidas de los ricos, las producidas por banqueros y políticos irresponsables, se obliga a toda la población a apretarse el cinturón, a cobrar menos los que tienen trabajo y al subsidio para los que no lo tienen.
Digámoslo otra vez: la única solución definitiva a la actual crisis financiera, que ha provocado una crisis económica sin precedentes, consiste en dejar quebrar a los quebrados.
Medida que no es socialista sino absolutamente liberal y que, sobre todo, responde al principio de justicia que recoge el séptimo mandamiento cristiano: las deudas hay que pagarlas, no hacer que las paguen otros y a la fuerza. Con la fuerza de la ley, si ustedes me entienden.
Sin embargo, todo Occidente se ha puesto a adorar al dios-mercado, a quien ofrecemos el sacrifico de la pobreza generalizada y el holocausto de la brecha entre pobres y ricos. Y, de paso, nos cargamos la economía real, porque los recursos públicos se emplean en tranquilizar a los mercados.
En España, la noticia consiste en el empeño de Zapatero en cargarse las cajas de ahorros. Con ello destrozamos la banca doméstica, es decir, el negocio bancario que favorece al bien común, y además nos cargamos la banca de pequeñas dimensiones, que es la más justa y la no especulativa. Al parecer, en un mundo progre-capitalista, no hay sitio para sociedades mutuales, todo ha de ser banca de inversión.
Destruyendo las cajas también destruimos las empresas estratégicas, favoreciendo así la colonización industrial que está convirtiendo a España en un páramo industrial. Los fondos, especialmente anglosajones, esperan anhelantes la consumación del suicidio para poder comprar activos de cajas de ahorros, sobre todo activos industriales, a precio de ganga.
Por último, nos cargamos la obra benéfico-social. Las cajas invirtieron en responsabilidad social corporativa mucho antes de que se inventara el concepto. Como entidades creadas por la Iglesia -estamos ante una nueva desamortización- la frontera creada para luchar contra la usura ya se ha convertido en el mayor motor de progreso en España. Pues bien, eso es lo que se quiere cargar el progre-capitalista Zapatero y su vicepresidenta, Lady Palpatine, también conocida como Elena Salgado.
La semana se cierra con un Zapatero crecido tras las palmaditas de Angela Merkel, que ya no piensa en ceder el puesto al felipista Rubalcaba sino que, muy al contrario, pretende ser reelegido como presidente del Gobierno en 2012. No es de extrañar que el siempre irónico Rubalcaba haya perdido los nervios y vaya insultando a cualquiera que se encuentre por los rincones de Moncloa o del Parlamento.
No, no ha sido una semana para presumir.
Eulogio López
eulogio@hispanidad.com