- El desastre de Bankia preludia lo que será la reforma bancaria del Gobierno: larga, costosa. Inútil y castrante.
- Todo por mantener el dogma financiero de que la banca no puede quebrar.
- Buena escenificación de Bankia y de sus relaciones públicas, el Gobierno Rajoy, para intentar ocultar lo inocultable: que no había liquidez para continuar un día más.
- Goirigolzarri se quejaba de que el dinero europeo no llegaba: ahora tendrá dinero del de siempre. Es decir, del contribuyente español.
Buena tarde para el teatro, la del viernes 31 de agosto. En toda España se escenificaba la obra Bankia. Resulta que la entidad que preside José Ignacio Goirigolzarri (en la imagen) aprovechó el tercer plan bancario del ministro Guindos para presentar una cuenta de resultados del primer semestre del ejercicio 2011… verdaderamente lamentable. El rescate bancario europeo ya ha conseguido lo que pretendía: que la banca española que, en efecto, era mejor que la europea, acabe hecha unos zorros.
Y entonces es cuando el FROB, es decir, el Banco de España, es decir, el Gobierno de España, sale en defensa de Goirigolzarri –un poco huérfanas, sus declaraciones- y aseguran que el proyecto Bankia está tan, tan asegurado… que el FROB le va adelantar 4.500 millones de euros mientras llega el dinero, es decir, los créditos de Europa. Más que nada porque Bankia ha perdido en un semestre 4.448 millones de euros.
Y es que todo el rescate bancario, la ausencia de crédito, el subidón de la morosidad, el banco malo –muy malo es este banco malo- se está ejecutando en España bajo el mismo dogma financiero que en el resto de Occidente: los bancos no pueden quebrar. Es en este dogma donde radica el mal de la economía, que no se deja quebrar a los bancos quebrados como se hace con cualquier otra entidad. No hay que salvar a los bancos ni a los inversores, sólo a los ahorradores, entre otras cosas porque además, si lo haces, te ves obligado a mentir y a decir, como aseguran la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, y el ministro de Economía, Luis de Guindos, quienes aseguran que el rescate bancario –banco malo incluido- no les va a costar ni un euro a los españoles. Todo ello con argumentos tan peregrinos como el de que las pérdidas dependerán del precio de venta de los activos asumidos por el banco tóxico. Y entonces, ¿por qué no los venden sus actuales propietarios? Además, se juega con el plazo de 15 años. En efecto, en quince años todos calvos, algunos muertos y los cálculos iniciales de coste no tendrán ningún valor.
¿Por qué los políticos no dejan quebrar a los bancos? Pues porque perderían muchos votos. ¿Se imaginan ustedes que a los suscriptores de preferentes se sumen en sus propuestas todo tipo de tenedores de activos subordinados y los accionistas de las entidades quebradas? Hay que ser muy valiente para afrontar eso y ya se sabe que para un político valiente, ser valiente y ser suicida es exactamente lo mismo.
Y así, el Gobierno Rajoy obliga a todos los españoles a pagar el saneamiento de Bankia, Catalunya Caixa, NCG Bankia y hasta del minúsculo Banco de Valencia, que ya son ganas. Y de postre; Santander y BBVA que no querían el banco malo, intentan colocar sus activos más podridos.
El desastre de Bankia preludia lo que será la reforma bancaria del Gobierno: larga, costosa, inútil y castrante.
Goirigolzarri se quejaba de que el dinero europeo no llegaba: ahora contará con todo el dinero que quiera, dinero español.
Y es que hay que dejar quebrar a los bancos quebrados… de una puñetera vez.
Eulogio López
eulogio@hispanidad.com