Sr. Director:
Italia y España soportan, con aciertos y errores, una presión migratoria procedente de un continente víctima de la violencia, el expolio, la enfermedad y la falta de futuro.

Es verdad que Europa no es el paraíso que los africanos sueñan, pero en los centros de internamiento para emigrantes se come y hay agua caliente. Esta es la desigualdad que explica que el deseo de llegar a Europa sea más fuerte que el miedo a los riesgos.

En medio de este desastre humanitario se erigen dos grandes desafíos: frenar las desigualdades que genera un sistema económico que escapa a controles jurídico-políticos y luchar contra el crimen organizado que ha hecho de la esclavitud uno de los negocios más lucrativos del mundo. La emigración hace mucho que dejó de ser un tema económico para convertirse en un asunto esencialmente político.

Hacerle frente es competencia y deber de los Estados nacionales, de los Gobiernos y de las instituciones europeas.

Xus D Madrid