Las prejubilaciones no sólo son el mejor sistema para precarizar el empleo, sino un síntoma de mala gestión. Y no sólo porque se esté reduciendo el patrimonio de los accionistas, propietarios de la firma, sino porque se está empleando un dinero que ya ha pagado impuestos. Eso sí, se consigue lo que se pretende: que el presidente y el consejero delegado puedan presentar un beneficio no mermado por el coste de las prejubilaciones.

En Estados Unidos, esta práctica simplemente no se permite. Se entiende que una prejubilación es un coste ordinario que debe ser financiado contra la cuenta de resultados de cada ejercicio.