Un PP que se parece cada día más a la UCD del año 82. Porque lo malo de la derecha de entonces no es que fuera cainita y suicida, como el PP de Rajoy, sino que aquella orgía de sangre fue aprovechada por Felipe González para asentarse 13 años en el poder.

El poder pervierte y en 13 años el felipismo se pervirtió muchísimo, hasta semejarse la cueva de Ali Babá y los 40 ladrones, cuestión ésta que importa más bien poco, pues lo verdaderamente temible es el parecido que el felipismo adquirió con una democracia vigilada, donde la hegemonía progre del PSOE le permitió controlar todos los resortes de poder hasta que el Gobierno se convirtió en Régimen, en un Régimen con trazas de autocracia. Lo que popularmente se conoce como Libertad dentro de un orden del orden establecido y en pro de la estabilidad política, esto es, de la permanencia en el poder de don Felipe.
Como explicamos en esta edición, el PP se está convirtiendo en la UCD del año 82, presa de un lamentable amor al suicidio y de un espíritu inquisitorial propio de las mentes liberales y abiertas- consistente en no luchar contra el enemigo que tiene enfrente sino contra el compañero que tienes al lado. O sea, la insidiosa Aguirre y la termita Gallardón, para entendernos.

La Banca española no es mala. No ha caído en la vorágine especulativa de la anglosajona, aunque sí en el apalancamiento. Ahora bien, si los bancos no están dando créditos a los particulares, a pesar de las ayudas recibida del erario público, lo que hay que hacer no es cambiar a los gestores que caen mal al Gobierno, sino que el Gobierno ofrezca directamente dinero al os ciudadanos, y que ese dinero se canalice, pero no lo administre, la banca pública. O, al menos, que ese dinero sea una entrega finalista.

Porque lo que pretende ZP ahora no es nacionalizar los bancos sino controlarlos.

Eulogio López

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