El caso refleja perfectamente algo que se ha dicho muchas veces y que el gran público no parece dispuesto a creer: el aborto es una estrategia machista para controlar a la mujer.
La situación más frecuente es la del chico que deja embarazada a la chica y luego se desentiende, pero en esta ocasión se trataba del encargado de un restaurante de Gerona que pretendía que una de sus camareras abortara, con el despido como amenaza, claro. Esa desprotección de la mujer embarazada es mucho más palpable que las supuestas diferencias de salario y alcanza aquí sus cotas literalmente más sangrantes.
La empleada se resistió, fue despedida y denunció a su jefe. El Juzgado de lo Penal número 5 de Gerona ha condenado al responsable a 19 meses de prisión y a pagar una multa de 6.000 euros en concepto de reparación del daño moral. Todavía quedan jueces con dignidad que no se tragan lo de que el aborto es un derecho o eso de que lo que hay dentro de la mujer es un ser vivo, pero no humano.