Es aleccionador comprobar que el amor por la naturaleza crece a una velocidad vertiginosa, compensando y/o frenando los desmanes que administraciones públicas, entidades y particulares cometen contra especies vegetales o animales que, en muchos casos, están protegidas para prevenir su extinción.

Sr. Director:

En este sentido, son de destacar los extraordinarios trabajos televisivos -lo que llega al gran público- sobre las selvas amazónicas, las profundidades marinas, o diversas especies de animales. De éstos se destaca la velocidad de unos, la fiereza de otros, la belleza de todos ellosla casi unanimidad de matar solo para comer, y la unanimidad total a la hora de defender a sus crías.

Y es que a los animales les guía el instinto, y son fieles a él hasta -por la perpetuidad de la especie- para hacer el amor siempre con el sexo contrario. El hombre, rey de la creación, administrador de la naturaleza, es el único -en uso de su libertad- capaz de arrasar bosques, matar a sus crías en gestación y, en el paroxismo del extravío, pretender perpetuar la especie confundiendo los sexos.

Amparo Tos Boix

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